Toledo y los enojos del Presidente
Toledo y los enojos del Presidente, escribe @SGarciaSoto en #SerpientesYEscaleras.
El miércoles 5 de agosto, pasadas de las 12 del día, cuando terminaba en Culiacán el evento de revisión de los avances del Dren Bacurimí, el presidente López Obrador escuchó en un teléfono celular de su jefe de Ayudantes, Daniel Azar, los explosivos comentarios y afirmaciones de su secretario del Medio Ambiente, Víctor Manuel Toledo.
La cara del mandatario, cuentan, se puso seria y se fue descomponiendo en la medida que el titular de la Semarnat cuestionaba con palabras duras la existencia de la 4T, hablaba de un “gobierno de contradicciones brutal” y acusaba a varios de los integrantes del gabinete presidencial de favorecer negocios y de abogar por grandes empresarios en perjuicio del medio ambiente del país.
Cuando le explicaron que era un audio que se filtró de una reunión interna en la que el ambientalista Toledo había puesto en duda no sólo a la “cuarta transformación” como un conjunto de políticas públicas sino que también lo había cuestionado a él por su desinterés y falta de apoyo a la ecología y los recursos naturales del país, el Presidente hizo una mueca y pidió que más tarde revisaran el tema.
Después, para cuando los audios del secretario del Medio Ambiente ya eran virales en redes sociales y en todos los medios y analistas se hablaba de la “inminente salida” de Víctor Manuel Toledo del gabinete y de que López Obrador tenía que correrlo después de sus afirmaciones y acusaciones contra Alfonso Romo, Víctor Villalobos y el subsecretario Ricardo Peralta, a López Obrador le molestaron ya no sólo los dichos de su colaborador sino el escándalo que desataron en los medios.
El presidente decidió entonces, enojado con Toledo, pero también irritado por la enorme difusión que le dieron los medios y la redes a las críticas de un miembro del gabinete, que no iba a actuar para complacer a los medios ni a los columnistas que pedían que corriera al secretario y que, aunque le pediría la renuncia, sería cuando él lo decidiera y no cuando la prensa pidiera sangre en su equipo de trabajo.
Por eso fue que al día siguiente, cuando los periodistas le preguntaron ya el jueves 6 en Ciudad Obregón, Sonora, el presidente quiso minimizar el tema y se limitó a decir que respetaba la “disidencia” dentro de su gabinete.
Y aunque en Cajeme dijo que Toledo no le había presentado la renuncia, en Palacio Nacional se afirma que “el secretario ya se va y está viviendo horas extras en el gabinete”, que la comunicación está totalmente rota con el titular de la Semarnat y que el Presidente ya está en busca de un relevo para pedirle su renuncia tras sus comentarios y acusaciones en contra de la 4T.
Porque al final el presidente se dirá muy juarista y muy “respetuoso de la disidencia” en su equipo, pero los comentarios y señalamientos de Toledo fueron una declaración de ruptura mucho más dura y demoledora contra la 4T que las fuertes críticas que hicieran otros personajes que se fueron de su gabinete como el exsecretario de Hacienda Carlos Urzúa o el exdirector del IMSS y senador morenista Germán Martínez Cazares.
Comparado con ellos, lo de Toledo es prácticamente una “guerrilla interna”.
Si el Presidente no corre al que ya le llaman en los mismos corrillos de su gobierno “el comandante Toledo”, entonces estaría aceptando y validando sus afirmaciones de que “la 4T como tal, no existe, es sólo un gobierno lleno de contradicciones brutal”.
Tendría que correrlo no porque lo digan los medios o los analistas, sino porque si ese secretario sigue ahí en el equipo presidencial, entonces se confirmarán no sólo las “luchas de poder” y los oscuros intereses económicos, la corrupción y rapacidad que denunciaba Toledo de Romo y otros funcionarios en contra del medio ambiente.
Si eso es validado por el presidente, quiere decir que la Cuarta Transformación, es una vacilada, una ocurrencia que sólo existe en la cabeza del Presidente.