La hora del PRI: ¿opositor o comparsa?
La hora del PRI: ¿opositor o comparsa?, escribe Salvador García Soto en #SerpientesYEscaleras
Salvador García Soto
Los reflectores de la política nacional están en estos momentos puestos sobre el PRI. El partido que pasó de ser la fuerza dominante en el país a convertirse en una mermada oposición en los últimos tres años, hoy está en el ojo público por la posición que jugará en el Congreso en la discusión de la reforma constitucional del sector eléctrico que envió el presidente López Obrador al Poder Legislativo.
De los votos de los priistas depende que se aprueben o se rechacen esas reformas, que proponen volver al control estatal en la generación y venta de electricidad dando preponderancia de la CFE y revirtiendo inversiones privadas, incluidas las que generan energías limpias.
Lo que queda del viejo PRI será puesto a prueba en sus posiciones y definiciones políticas, pues por un lado impulsó una alianza legislativa opositora, de la que dice ser parte, y por otro acaba de anunciar que va a "analizar y revisar en foros con expertos" la propuesta de reforma que ya rechazaron sus aliados panistas, perredistas y hasta la dirigencia de MC, mientras el dirigente nacional priista, Alejandro Moreno Cárdenas, parece abrir una ventana para apoyar a Morena y a la contrarreforma eléctrica de López Obrador.
La posición inicial del CEN priista y de su bancada en la Cámara de Diputados sorprende porque fueron precisamente el PRI y sus diputados los que aprobaron en 2013 la reforma eléctrica de Peña Nieto que hoy sería revertida casi en su totalidad por la propuesta del actual gobierno. Incluso el actual dirigente priista, Alejandro Moreno, celebraba en 2013 junto a las cúpulas de su partido el "logro histórico" de la reforma peñista, la misma que hoy "estudia" cancelar.
Y aunque ya muchos adelantan y suponen que el PRI va a votar con Morena y le va a dar a López Obrador los 57 votos que necesita para lograr la mayoría calificada de 334 votos, la realidad es que el priismo está dividido en este tema, entre los que estarían por revivir el PRI-MOR legislativo y los que exigen que su partido actúe como oposición y con congruencia en un tema que ellos mismos aprobaron.
A favor de respaldar la reforma lopezobradorista estarían dos cosas: primero, un intento de deslindarse y desmarcarse del sexenio de Peña Nieto con su estela de corrupción y desprestigio y, segundo, una vieja corriente interna del nacionalismo revolucionario que todavía tiene adeptos en el priismo y es prácticamente lo que ahora reivindica López Obrador con su contrarreforma energética.
El problema para el PRI es que una votación en favor de la reforma de López Obrador sería el tiro de gracia a la poca credibilidad que le queda y terminaría por desdibujar ideológica y políticamente a un partido que está en franco retroceso en las tendencias de votación y que al presentarse como "aliados de la 4T" terminarían acelerando el proceso de desfonde y transfusión de las bases priistas hacia Morena y hacia el lopezobradorismo. Y de paso, los priistas darían también un golpe letal a la "Alianza Opositora" que difícilmente sobreviviría como el bloque que se propuso contener al Presidente.
Estamos ante una disyuntiva que puede ser vital para los priistas y su partido. Pactar con López Obrador en un tema tan sensible, visible y de impacto no sólo nacional sino internacional para las inversiones sería no sólo volverse comparsas y terminar de desdibujarse como opción política, sino también facturarle a la 4T los despojos que quedan del viejo PRI; mantenerse firmes como oposición podría ser un último reducto de sobrevivencia para el partido que dominó el poder y la política durante 75 años ininterrumpidos y que en el pasado sexenio vivió un engañoso intento de resurgimiento que terminó arrasado por la misma figura política que los desfondó en 2018 y que en 2021 podría terminar de aniquilarlos.