Echeverría y las instituciones
"Echeverría y las instituciones", escribe Leticia Bonifaz en #ColaboraciónEspecial
Luis Echeverría Álvarez fue presidente 6 años y vivió casi la mitad de su vida sintiendo el repudio de la gente por Tlatelolco, el halconazo, la guerra sucia y casos de corrupción como el de Bahía de Banderas.
¿Hay algo más qué decir de este hombre de gran ego y -nacionalismo a su modo- que cambió la decoración afrancesada de Los Pinos y puso equipales de Jalisco, que desmontó los candiles y pintó con rostro mexicano la casa presidencial?
¿Hay algo más qué agregar de este hombre que prohibió que se sirvieran bebidas alcohólicas en las recepciones y las sustituyó por aguas frescas de chía, horchata, jamaica o tamarindo?
¿Qué más hizo ese personaje que a su esposa le llamaba compañera? ¿Habrá influido doña María Esther en la decisión de llevar a la Constitución la igualdad del hombre y la mujer?
Hay que hacer notar que, a pesar de que tuvo una familia numerosa -8 hijos-, impulsó la planificación familiar desde el Consejo Nacional de Población creado en 1974 y la llevó a rango constitucional, para que, en México, toda persona tuviera el derecho a decidir de manera libre, responsable e informada sobre el número y espaciamiento de sus hijos.
Más de 10 años antes de que Miguel de la Madrid promoviera la inclusión del derecho a la vivienda en la Constitución, con Echeverría se crearon dos grandes instituciones: el Infonavit y el Fovissste.
En la época de Echeverría, el Estado era omnipresente en las actividades sociales y económicas. Fue la época de mayor crecimiento del sector paraestatal con los organismos descentralizados, fideicomisos y empresas de participación estatal mayoritaria y minoritaria.
La relación con Cuba y Venezuela fue muy estrecha y México se convirtió en tierra de asilo para chilenos y argentinos después del golpe de Estado contra Allende y de la llegada de los militares a la Casa Rosada.
Valiosos chilenos y argentinos encontraron espacios académicos en instituciones de investigación recién creadas como el CIDE, el Ciesas o en la naciente Universidad Autónoma Metropolitana, la última gran universidad pública creada en este país. El Conacyt nació en los primeros días del sexenio.
¿Por qué Echeverría fue a la UNAM el día de la pedrada? ¿Nadie pudo disuadirlo? ¿Se imaginó bienvenido? Tal vez pensó que iban a reconocerle el presupuesto para la creación y el funcionamiento de los Colegios de Ciencias y Humanidades CCHs, o de las ENEPs. La UNAM pudo ampliar su oferta educativa en el nivel preparatorio y universitario más allá del campus de Ciudad Universitaria.
Tal vez los jóvenes de hoy no encuentren relación entre Cancún y Echeverría. Hasta 1974, el que es hoy el principal destino turístico de México era una isla desierta. Todo el proceso de crecimiento fue operado por Fonatur instituido con este propósito.
En plena guerra fría buscó un espacio para los países en vías de desarrollo. Presentó ante la ONU la Carta de los Derechos y Deberes Económicos de los Estados, misma que fue aprobada por 120 países.
Los errores cometidos pesaron mucho y lo persiguieron durante su larga vida. Al mismo tiempo, muchas instituciones que forman parte de la cotidianidad del México de hoy, que ya han celebrado o están por celebrar su medio siglo de existencia, lo van a trascender. El ejercicio del poder tiene espacios para la gloria, pero también para la ignominia. Los claroscuros han sido, históricamente, la marca de cada sexenio.
LETICIA BONIFAZ
Twitter: @leticia_bonifaz
Catedrática de la UNAM