La bicicleta, ¿la nueva normalidad hermosillense?
La bicicleta, ¿la nueva normalidad hermosillense?, escribe Marianna Proaño, en Fuera de ruta.
Marianna Proaño
Egresada del programa de maestría por El Colegio de Sonora.
A partir de la pandemia se ha escuchado frecuentemente que la bicicleta es la nueva normalidad. Sin embargo, esta ya es normal para algunas personas.
Para empezar, la bicicleta y por ende el ciclismo, incluye un amplio abanico de modalidades, como las deportivas que son la de ruta y montaña, hasta el ciclismo urbano, siendo otra forma de transporte, trabajo y ocio. La versatilidad que ofrece la bicicleta es todo lo anterior y más. Desde la antropología, la bicicleta humaniza al transporte y a la ciudad, permitiendo ver la cara y el cuerpo de ciclistas, reconociéndoles como personas y no como máquinas en movimiento. En cuanto a la salud, la bicicleta atrae beneficios físicos y emocionales como el control de peso y disminución del estrés, respectivamente, entre otros.
Según datos del Instituto del Deporte y la Juventud de Hermosillo (IDJH), en 2019 había aproximadamente 17 mil ciclistas en la localidad y existen 18 grupos de distintas modalidades (de ruta, montaña, urbanos), intensidades (bajo, medio, alto) y horarios (matutinos, vespertinos).
Entre los motivos para practicar ciclismo sobresalen la nostalgia infantil y el bienestar emocional. Al mismo tiempo, señalan que la bicicleta es un vehículo eficiente, económico, sustentable, que les permite mantenerse saludables, socializar con otras personas y tener control en sus horarios de salida y llegada.
Por otra parte, el ciclismo visto como movimiento social ha permitido para algunas personas ejercer su ciudadanía y tener un impacto en la agenda pública. Esto a partir de grupos ciclistas organizados a lo largo y ancho del país, donde Hermosillo no se escapa de las demandas para incrementar la infraestructura peatonal y ciclista. Los grupos ciclistas locales buscan, además de mejorar las vialidades, disminuir el uso del automóvil para permear en nuevos ordenamientos de movilidad que favorezcan otros medios de transporte. Dicho de otra manera, la bicicleta se convierte en un símbolo y una herramienta para transformar paradigmas culturales.
Con respecto a lo anterior, el Informe de Indicadores de Hermosillo, ¿cómo vamos? señala que en 2018 había poco más de 268 mil vehículos particulares (sin contar autos afiliados), representando el 71.2% de los vehículos en circulación. Mientras que el 4.9% de los hermosillenses utilizan la bicicleta como transporte. Además, en 2019 las autoridades municipales reportaron 376 km de vialidades y 17.4 km de ciclocarriles y ciclovías, por cada 100 mil habitantes. Esto pone en evidencia que el ciclismo no se incentiva como transporte, ya que falta ahondar en movilidad o transformaciones urbanas que garanticen un traslado seguro a ciclistas.
Actualmente, la pandemia ha visibilizado la importancia de cambiar hábitos, tanto en lo individual como en lo social. Pero si queremos que la bicicleta sea la nueva normalidad para una mayor cantidad de hermosillenses, su promoción debe venir acompañada de mejoras en infraestructura urbana y condiciones sociales que ofrezcan lugares que incentiven y permitan caminar, transportarse y ejercitarse, sin dificultades y de forma segura. De lo contrario puede convertirse en otro problema de salud como atropellamientos, lesiones e incluso fallecimientos de ciclistas, quienes traducen esto último como “bicicletas blancas”.
En conclusión, el automóvil predomina como medio de transporte y reina en la distribución de la movilidad, infraestructura y espacio público. No obstante, la bicicleta surge como la antítesis cuestionando dicha supremacía y se posiciona como una oportunidad que da respuesta, por un lado, a problemáticas ya existentes de la localidad como el exceso de vehículos y la contaminación; y por otro, a mejorar las condiciones de salud de las y los hermosillenses a partir de la pandemia.