Una comisión que se chatarriza
Una comisión que se chatarriza, escribe Carlos Marín en #ElAsaltoALaRazón.
Desde la sucia designación de Rosario Piedra como titular de la Comisión Nacional de los Derechos Humanos y hasta el reciente despido de 50 trabajadores del que dio cuenta puntual mi compañero Alejandro Domínguez (Milenio tv) el pasado lunes, la institución viene degradándose y pierde de manera acelerada su encomiable naturaleza.
Replanteada su misión con la tontería de que está para “defender al pueblo”, pasa por alto que su papel no es otro que velar por los derechos humanos de víctimas de atropellos y delitos en perjuicio de civiles por parte de servidores públicos, al margen de su nacionalidad o condición socioeconómica.
Sin rollo y en rigor, el pueblo lo conformamos todos (incluidos los extranjeros residentes o de paso y los servidores públicos que violan los derechos humanos).
Hoy por hoy, ese remedo de CNDH no defiende al “pueblo bueno” ni al “malo” ni al rico ni al pobre y ni siquiera a sí misma.
¿Qué esperar de quien al momento de asumir el cargo confesó ignorar que también a periodistas se les violan sus derechos humanos?
El derrumbe comenzó con la comprensible renuncia de los respetables miembros del Consejo Consultivo.
Desde los primeros días en el cargo, Ibarra comenzó a chatarrizar la institución al despedir a servidores avezados en la materia para reemplazarlos con “honrados” pero inexpertos, improvisados e ineptos achichincles ávidos de cobrar cuotas politiqueras.
En el relevante caso de Los 43, la señora se dedica a complacer las exigencias de los representantes de los deudos, comenzando por desaparecer la Oficina Especial que realizó la ejemplar investigación que arrojó más luz que ninguna otra sobre el espeluznante asunto. Y no ha movido un dedo ni dicho una palabra frente al criminal incumplimiento de la Recomendación que heredó, en la que sobresale la sugerencia de que el Ministerio Público envíe 114 restos susceptibles de contener material genético al laboratorio de Innsbruck, para identificar a otros probables estudiantes o a personas cuyas familias buscan desde hace siete años. No lo ha hecho porque tuvo el descaro de admitir que no ha leído esa Recomendación, misma que sin embargo descalificó porque la enteraron de que no se ajusta a la verdad alterna que la 4T pretende inventar frente a la histórica del basurero de Cocula.
Pero eso sí, creó una oficina de ilusiones para dizque investigar “la guerra sucia” de la que fue víctima su hermano Jesús, de la Liga Comunista 23 de septiembre, desaparecido el 18 de abril de 1975.
Bien a bien, quien debiera cobrar su inmerecido salario es su colaborador Francisco Estrada, el verdadero machuchón de la CNDH, mientras su jefa le hace de florero.
Y ni qué decir de sus graves omisiones al no hacer nada con la escandalosa insuficiencia y falta de medicamentos infantiles contra el cáncer (también ignora, por lo visto, que la Constitución ampara el interés superior de la niñez).
Tampoco una palabra sobre el irresponsable y punible manejo gubernamental de la pandemia…