En la Picota: Aguilar Camín y Krauze
En la Picota: Aguilar Camín y Krauze, escribe Carlos Marín en #ElAsaltoALaRazón.
Héctor Aguilar Camín y Enrique Krauze fueron exhibidos por el presidente López Obrador, ayer en Palacio Nacional, como si fueran capos de la delincuencia organizada.
¿Su crimen?
Encabezar empresas editoriales de mediano pelo económico pero de gran alcance en la cultura y el conocimiento, que contaron entre sus clientes al Gobierno federal.
A estos excepcionales historiadores y ensayistas AMLO suele llamarlos “intelectuales orgánicos” y los incluye entre sus imaginarios “adversarios”, “conservadores” y “corruptos” que no lo ensalzan pero cometen la osadía de tocarlo con el abominable pétalo de la crítica.
En el porfiriato, dijo, “se simulaba muchísimo, todo era apariencia, la gente desconocía muchas cosas. Si le preguntamos: ‘¿sabías que existe un intelectual llamado Enrique Krauze y otro cuyo nombre es Héctor Aguilar Camín, y que cada uno tiene grupos que reciben apoyos o recibían apoyos especiales, y revistas que el Gobierno les compraba; suscripciones, de millones de pesos, y que siempre justificaban o guardaban silencio cuando se estaban cometiendo atracos al erario, y no hablaban de cómo se empobrecía al pueblo y cómo unos cuantos se hacían inmensamente ricos? Miren esto, es Nexos, de Aguilar Camín. A ver...”.
Presto, su vocero Jesús Ramírez Cuevas, explicó lo que se proyectaba en la pantalla:
“Son el rastreo de 12 años de publicidad, en este caso los ingresos que ha recibido la revista Nexos, la revista Letras Libres y la empresa Clío que encabeza Enrique Krauze”.
Gráfica por gráfica, detalló contratos, por ejemplo de suscripciones, con la Secretaría de Cultura, dando los montos de lo que importaron.
¿Pues de qué supondrán el achichincle y su jefe que viven las empresas editoriales?
El perspicaz Chucho detalló su virtual investigación forense:
“Es consistente en 2017, 2016, 15, 14, 13, 12, 11, 10, y nos vamos más atrás, hasta el 2006…”.
¡Chíngale! Interrumpió el Presidente:
“A mí me llama la atención este…”.
Ramírez aclaró:
“Sí, bueno, la compra del material bibliográfico”.
Y López Obrador añadió:
“Capacitaban a los servidores públicos…”.
Los delitos de Krauze resultaron ser “publicidad, suscripciones, suministro de revistas para bibliotecas y oficinas públicas y adquisición de libros. También hay la compra de libros de texto escolares (…) y contratos que no estaban digitalizados (pero) que estamos rastreando…”.
Clío además prestaba otros servicios y producción de documentales:
“Las obras videográficas Generaciones de literatura mexicana del México prehispánico al siglo XIX, Literatura mexicana de 1900 a 1950. El México de Porfirio Díaz; la impresión de libros de El Colegio de Michoacán, contratación del servicio integral de producción, postproducción, transmisión, promoción de dos programas histórico-documentales a través de la televisión abierta...”, enlistó.
Ajá.
¿Y?
Ni modo que fuera gratis.
El dinero devengado nada o poco importa.
Sobre todo si no se exhibe lo que la 4T viene prodigando a su facciosa y consentida prensa doctrinaria.