El virus social

El autor es maestro en Educación y profesionista independiente.

Hay muchos asuntos de la vida social por demás complicados de abordar en nuestra comunidad.

Y no deberían serlo, precisamente porque son de la comunidad y nos atañen a todos.

¿Por qué no los discutimos entonces para resolverlos en definitiva?

Temas como el aborto, la igualdad de género y el feminicidio deslumbran al colectivo social por un momento y luego desaparecen, como lo han hecho ciertos virus desde hace millones de años.

Aunque son temas fundamentales para la convivencia y la armonización social, en la sociedad mexicana, a diferencia de otras del orbe, no se han alcanzado acuerdos satisfactorios.

Lo cierto es que alcanzarlos no es sencillo en una sociedad como la nuestra, porque si revisamos esos temas con detalle, concluiremos que la rica variedad cultural que participó en la formación de nuestro país tiene mucha injerencia en todos, pero también el mezquino interés de utilizarlos como instrumentos de desestabilización de la paz social.

Es estadísticamente imposible que en estos temas haya un 100 % de consenso; y la religión es un factor fundamental para que así sea.

Sin embargo, entre México y los otros países donde esos temas espinosos han sido consensuados, hay dos diferencias fundamentales: Educación y Estado de Derecho.

La correcta educación no solo favorece la aparición e interiorización de las virtudes, sino también contribuye al razonamiento y a su vez al discernimiento, que es una virtud en sí misma, o valor moral, porque discernir nos permite entender la diferencia entre las cosas.

Así, si dentro de la familia enseñamos el respeto y lo ponemos en práctica, es hartamente posible que el niño lo interiorice como parte de su personalidad.

Respetará entonces la autoridad, la vida, el entorno, y demás aspectos que le rodean.

Será, en síntesis, un buen ciudadano.

Si la familia fracasa también lo hará la escuela y el profesor, porque es imposible participar en la formación o reforzamiento de un valor no interiorizado en los niños, y por eso, cada vez es más común ver educadores que se lavan las manos ante estas situaciones, sentenciándolos: “la vida te reprobará”.

Y en cuanto al Estado de Derecho, éste se crea tras el cumplimiento irrestricto de las normas que fueron determinadas por la sociedad misma, a través de las leyes.

Pero recordemos primero que quienes nos representan en nuestra incipiente democracia también fueron resultado de una educación.

La falta de educación es el verdadero virus.

Educar bien genera un mejor entorno social basado en el respeto.

Otros países lo han entendido mucho mejor que el nuestro, y no precisamente porque sus orígenes sean más antiguos (Japón), sino que simplemente hubo un acuerdo generalizado en el sentido de que era la respuesta más apropiada (Finlandia, Singapur).

¿Hasta cuándo lo entenderemos?

El autor es maestro en Educación y profesionista independiente.

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