Irresponsabilidad supina de la Corte

Irresponsabilidad supina de la Corte, escribe Carlos Marín en #ElAsaltoALaRazón

Gracias al constitucionalista Diego Valadés caí en la cuenta del gravísimo peligro en que puso al país la Suprema Corte de Justicia con la pregunta “deliberadamente ambigua” (ministro presidente Arturo Zaldívar dixit) para la consulta del domingo reciente (y que yo había supuesto nada más innecesaria e idiota).

Como se sabe, lo que se pidió a la ciudadanía es que opinara si las autoridades debían o no ejercer sus funciones ante “actores políticos” de “los años pasados” que hubieran tomado decisiones en agravio de “las posibles víctimas”.

El razonamiento de Valadés, a quien entrevisté para El asalto… de Milenio TV de miércoles y jueves, es de sentido común (el mismo de las leyes), y lo comparto aquí como lo entendí:

La pregunta debía ser contestada marcando el sí o el no impresos en las boletas, y todos los 95 millones 159 mil 193 ciudadanos que figuran en el padrón electoral tuvimos oportunidad y libertad para marcar cualquiera de las dos respuestas.

A las 57 mil mesas de votación que instaló el INE en los 300 distritos electorales de México acudieron seis millones 663 mil personas.

La inmensa mayoría: seis millones 511 mil 385, optaron por el sí, y sólo 102 mil 945 por el no (las opiniones nulas o anuladas representaron la ínfima minoría: 48 mil 878).

Para que la consulta fuera vinculante, o sea, que obligara a las autoridades de procuración e impartición de justicia a cumplir con sus obligaciones, se requería una concurrencia mínima del 40% de los empadronados: 37 millones 439 mil 23 ciudadanos.

Ganó el sí… como teóricamente (democracia) pudo haber ganado el no.

El constitucionalista Valadés me hizo ver:

¿Y si hubieran votado los 37 millones y fracción (o más) que harían vinculante el resultado de la consulta?

¡Chíngale!

Por inaugurar la canija democracia representativa, “el pueblo” no solamente pudo impedir que fiscales y jueces hicieran su tarea contra probables delincuentes, sino habría pulverizado el sentido de que haya una Suprema Corte de Justicia que, siendo el principal tribunal constitucional, preguntó la suicida pendejada de si se debe o no acatar la Constitución y las leyes que de ella emanan.

¿Qué razón perduraría para que los integrantes machuchones de los tres poderes de la Unión asuman sus funciones protestando aquello de cumplir y hacer cumplir la Carta Magna y la legislación que de ésta se deriva?

Si para los pastores y devotos de la 4T la “baja” concurrencia a la consulta fue “culpa” del INE, de haber prosperado el insensato no sería la Corte quien estaría siendo linchada por haber planteado una pregunta demencial que acabaría con todo rastro del cacareado “Estado de Derecho” que custodia.

Tal es la profundidad de la desgracia que perfiló sobre el país la miserable pregunta que aprobaron seis de los 11 ministros del Pleno.

No debieron rechazar el proyecto de su colega Luis María Aguilar, quien muy a tiempo definió la estulta consulta como “un concierto de inconstitucionalidades…”.

El Asalto… regresará el lunes 16 de agosto.