‘Supera la indiferencia’

El autor es papá, escritor, conferencista, consultor, podcaster

Meredith llegó a la taberna de la siguiente aldea y pidió una cerveza. Al traerla la mesera le preguntó "¿a qué te dedicas, forastero?"

—Soy mago... —En esta aldea no creemos en la magia.

—¿Puedo preguntar por qué?

—Porque la magia no resuelve los problemas de los pobres.

—Es verdad. La verdadera magia enseña a los pobres a resolver sus propios problemas.

—Pero ¿qué tipo de magia es esa? —Preguntó un aldeano que no pudo evitar mantenerse al margen de la conversación.

—La magia que existe en cada ser de este planeta, la que le ayuda a ser feliz, aunque las cosas se pongan difíciles. Pero se necesita valor, humildad y amor para aceptar que la magia existe en cada ser de este planeta.

—Lo mejor será que regreses por donde llegaste, “joven mago”. No se puede comer magia, no se puede vivir con magia.

—Vaya pensamiento tan cobarde...—, respondió Meredith ante el asombro de los asistentes.—...si tú eres feliz, así está bien, pero eso no significa que no puedas hacer otra cosa, que no puedas vivir mejor

—. Meredith captó la atención de todos los aldeanos que estaban en la taberna.

—¿Y cómo podemos encontrar y usar esa magia, joven sabio?

—No soy sabio, soy mago, y tú también lo eres, así como cada persona de esta aldea. Lo somos desde el momento en el que nos aceptamos como creadores de nuestras vidas.

—Eso tiene más sentido. Eso se relaciona más con el trabajo, con el esfuerzo, con el compromiso, no con trucos baratos.

—. Comentó el aldeano, de nombre Allard.

—Esa es la verdadera magia.—, comentó un Meredith mucho más animado,

— Es la magia que Merlín siempre quiso que aprendiéramos a desarrollar. Por eso estoy aquí, para ayudar a que su deseo se cumpla.

—¿Cómo podemos hacerlo, joven?

—Lo primero es creer en ella, después es hacernos responsables de nuestras vidas dejando de culpar a otras personas por lo que nos sucede. Lo siguiente es tener el coraje suficiente para soñar, porque debes ser muy valiente para atreverte a soñar, y más valiente aún para hacer tus sueños realidad.

El silencio se había apoderado de la taberna. Meredith observó cómo cada persona asentía con la cabeza, aceptando con sus cuerpos lo que  su mente negaba sólo unos minutos atrás.

Allard le saludó con la cabeza, sellando el final del animado debate, mientras la mesera dijo “Tanta palabrería provoca más sed, brinden todos por lo aprendido”. Meredith terminó su cerveza, se despidió de Allard y salió de la taberna para dejar la aldea y continuar con su viaje.

No necesitó la aceptación explícita de Allard o de cualquier otra persona en la taberna. Sabía que la semilla de la esperanza había sido sembrada en sus corazones y que esa semilla pronto, muy pronto, florecería para impregnar la aldea de esperanza y amor.

Al igual que los aldeanos en la taberna, nos hemos vuelto indiferentes ante muchos de los milagros que la vida nos permite atestiguar diariamente. Desde la vida misma, hasta nuestra libertad

de vivirla en forma consciente y responsable, dando así forma a todo pensamiento, sueño e ilusión que surge en nuestras mentes, siendo nuestro compromiso y trabajo el siguiente paso para darle vida.

El autor es papá, escritor, conferencista, consultor, podcaster

Instagram: @MarioCoronaOficia