Si no nos echamos flores, ¿quién lo hace?

El autor es licenciado en Ciencias de la Comunicación

Se está volviendo tan común que amigos y compañeros nos saboteen con comentarios acerca de nuestra persona: te dicen que si estás gordo, que si estás flaco, muy alto o muy chaparro, lo cual se convierte en un problema que acaba poco a poco con nuestra autoestima.

En muchas ocasiones nos enfocamos en impresionar a la gente de nuestro alrededor: familia, amigos o compañeros de trabajo, que ni si quiera nos preguntamos de antemano, ¿en serio quiero  esto?

Claro, tampoco se trata de que luzcamos como “trapo viejo” o, ¿por qué no? ¡Claro!, es valido. Podemos ir por  la calle y decirle al mundo: mírame, soy un trapo viejo y soy feliz.

No se trata de darle gusto a las personas con nuestra apariencia porque sería un trabajo demasiado complicado que quizás ni logres en la vida, sino de ser feliz nosotros mismos y sentirnos satisfechos por como nos vemos y como somos.

Por ello, cada vez que te mires al espejo, en lugar de sabotearte y autodestruirte con comentarios acerca de lo que te hace falta para verte “bien”, recuérdate lo genial que te ves con esos jeans y esa playera que tanto te gustan.

Hagamos de este ejercicio de autoestima una cosa de todos los días. Mientras nosotros seamos felices por como lucimos, ya lo demás no importa.  Porque si nosotros no nos echamos flores, ¿quién lo va a hacer?

El autor es licenciado en Ciencias de la Comunicación