Lo que nos merecemos

El autor cursa la Licenciatura en Economía en la Universidad de Sonora.

Deportistas, actrices, cantantes, personalidades de Internet y hasta luchadores han mostrado la intención de entrar en la contienda electoral de este 2021. Naturalmente, muchos mexicanos se indignan con la noticia, pero el contexto y profundidad de un problema serio se puede perder en el circo mediático en el cual se ha convertido este país.

Sumar a las filas de los institutos políticos a personalidades del espectáculo o deportistas tiene sentido desde un punto de vista estratégico. Toda campaña política está estructurada por tres pasos: reconocimiento de candidatos, presentación de propuestas y llamado al voto. Es la primera etapa de este proceso la que omiten los partidos al incluir a celebridades para sus candidaturas.

Aprovecharse de una marca personal ya construida les ahorra tiempo y dinero a los partidos y, en un descuido, hasta les puede ayudar a ganar votos. Pero, ¿votos para quién? Cabe recordar que el artículo 41 de la Constitución establece que el partido político nacional que no obtenga al menos 3% del total de la votación válida emitida en cualquiera de las elecciones que se celebren para la renovación del poder Ejecutivo o de las cámaras del Congreso de la Unión, le será cancelado su registro.

Pero esto ya se sabe. Entonces:  ¿Por qué sigue ocurriendo esto? ¿Nos quieren ver la cara de tontos? Por supuesto que si. Y lo peor del caso: ¡Tienen razón! Nos ven la cara de tontos porque sigue funcionando, los partidos se sienten cómodos para proponer payasos al mando porque saben que los mexicanos van a seguir votando por ellos.

Los mexicanos se han convertido en una mole inmovible de voluntad estática. No hay nada que sorprenda ya al mexicano. No hay nada que lo mueva. ¿Qué le va a importar al ciudadano promedio que pongan a Paquita la del Barrio de diputada si no tiene para pagar la renta?

Pero, aquí está el error. Aunque el nivel de preparación paupérrimo no está a cuestionamiento de nadie, estas personas consiguen votos. Quizás no para ganar, pero si para mantener en el registro a sus “partidos”. Todo esto, sea bajo la tragedia que una de estas personalidades llegue a ocupar un cargo público o no, mantiene operando al sistema de burla y corrupción que es la vida política mexicana. Entonces, la posibilidad de implementar propuestas que ayuden a mejorar nuestra calidad de vida queda eliminada. Aunque varios expresan sus frustraciones, para el inicio del siguiente ciclo electoral el país sigue donde mismo, solamente que más pobre y más desensibilizado.

¿Nos deberíamos de sorprender? Pensemos en todas las cosas que le toleramos al Gobierno. Falta de infraestructura básica, un sistema tributario criminal, educación deplorable, violencia y corrupción. Decía Joseph de Maistre que cada pueblo tiene al Gobierno que se merece.

Bueno, pienso que no podría ser más cierto que en el desafortunado caso mexicano.