Algo más allá del precio

La autora es licenciada en Mercadotecnia

Recuerdo haber comentado antes que las marcas bien podrían ser como nosotros mismos o como nuestro mejor amigo. Cuentan con características similares a las de cualquier persona y los responsables de ello son los propios creadores y empleados.

Por supuesto que a lo largo del tiempo se puede percibir la influencia de sus consumidores, pero todo se remonta al origen de su creación. Como individuos de la sociedad nos enfrentamos

a situaciones en las que interfiere, o más bien, donde se presenta la diversidad de características, gustos, preferencias y opiniones, lo que nos lleva a conectar de forma amena y natural con otras personas, sencillamente nos agradan cierto “tipo” de individuos porque piensan y sienten relativamente igual a nosotros, así que, nos unimos y terminamos en grupos, consumimos los mismos contenidos, en fin.

En el lado opuesto de esta situación, nos encontramos con personas que por más que busquemos, no les encontramos el lado. No nos agradan, en ocasiones incluso no estamos seguros en una totalidad de por qué. Claro que muchas veces es porque no hay una conexión, no tenemos intereses en común, así como tampoco compartimos ideologías, personalidades, gustos... casi nada. Si lo analizamos bien, lo mismo sucede con las marcas, no siempre nos van a “caer bien” las empresas por más “perfectas” que sean, si no conectamos con ellas por cuestiones de concepto, oferta, valores o filosofía.

Es entonces casi imposible que las elijamos y sigamos. Con toda la franqueza de mi existencia digo lo siguiente: si eres dueño de un negocio y tu objetivo es únicamente vender y de manera inconsciente (o claramente con la intención y la conciencia) buscas obtener la mayor cantidad de dinero de los clientes aumentando sin analizar tu oferta, así como también terminas aplicando incremento de precios sin una estrategia de fijación adecuada y correcta, créeme que muchos lo van a ver y muchos lo van a sentir. Entrar a un sitio en el que se preocupan más por la magnitud

del desembolso que por la calidad de servicio y atención, es muy evidente y poco cómodo.

Lo afirmo desde mi experiencia como cliente, como mercadóloga y como empleada. Las empresas que están concentradas en los dígitos después del signo de pesos difícilmente van a lograr conectar con un público meta, pues creo que está de más mencionar que el enfoque no es precisamente el posicionamiento, la lealtad y el cariño de sus clientes y consumidores, pues al

no ser prioridad, no se elaboran los mensajes correctos, y por lo tanto, tampoco se emiten en el lugar ni en el tiempo adecuado.

Es verdad que como negocio importa vender, obtener ganancias y utilidades, pero esto se puede conseguir a través de un trabajo respetuoso, honesto, responsable y justo; se puede conseguir a  través del correcto manejo de recursos, el análisis y aplicación de segmentación, el enfoque y énfasis de nuestros contenidos en social media y en nuestra atención al cliente. La filosofía y valores de la marca no sólo termina afectando a un público externo, afecta también al equipo de trabajo. Si el enfoque apunta únicamente a lo económico, los empleados y colaboradores en ocasiones terminan siendo explotados, no se les valora por los conocimientos y habilidades con las que cuentan ni es de mucha relevancia la comodidad, agrado, lealtad y conexión que tienen con sus puestos de trabajo ni con la marca misma.

Ofrecer satisfactores y espacios de trabajo donde todos los involucrados salen ganando en elementos más allá del monetario, es verdaderamente posible y sí, necesario.

La autora es licenciada en Mercadotecnia, con certificación en Semiótica de la Imagen. kassandraom97@gmail.com