Responsabilidad afectiva

La autora es Licenciada en Psicología con Maestría en Terapia Gestalt

La responsabilidad afectiva se aprende primero en casa, con la familia, sin embargo, en ocasiones no hemos aprendido nada de responsabilidad y puede llegar incluso a asustar o a no tener las habilidades de cómo afrontarla. La responsabilidad es un valor que está en la conciencia de la persona que realiza ciertas acciones y las afronta de forma integral.

Cuando hablamos de la responsabilidad afectiva, hacemos referencia al consenso, cuidado y diálogo sobre los sentimientos, emociones o acciones, que surgen en una relación de cualquier naturaleza. Es voltearse a ver a sí mismo y revisar de qué manera te conduces en el día a día, cómo te hablas y cuidas en todas las áreas de tu vida, así como la forma en la que pones límites

o acuerdos en tus relaciones.

Este término surge debido a la relaciones de poliamor en donde al principio, no se establecen de manera clara la forma en la que serían llevados los intercambios, por lo que empezaron a surgir

confusiones, ambigüedades o problemas debido a que las cosas nunca estuvieron claras, pero, no solo en ese tipo de relaciones, sino en cualquier relación puede pasar, si no hay acuerdos claros.

La irremediable necesidad de repensar el modo que nos relacionamos con un otro para querer o querernos mejor, ha sido lo que ha llevado a la necesidad de hablar de este tema. Lo importante de ser honestos y hablar de cómo nos sentimos, así como lo que deseamos para cada relación evitaría muchos conflictos.

Además es primordial replantearse cómo nos vinculamos, y sobre todo, que cada uno se haga cargo de los afectos que están en juego con las relaciones afectivas que establecen. Sugerencias para empezar a trabajar contigo mismo y la responsabilidad: Revisa qué tan responsable eres de ti, si puedes cuidar de tus necesidades básicas, emocionales y de tu vida en general o dependes de alguien para que te “cuide”.

Un primer paso es empezar a darse cuenta y después hacer los cambios para empezar a cuidar de ti. Si ya empezaste a cuidarte, podrás empezar a hacerte responsable de más cosas en

tu vida, por ejemplo, revisar comportamientos que descubras de ti que no te gusten y empezar a cambiarlos.

Escucha lo que te dicen los demás, si te han comentado por ejemplo: “siempre gritas”, “tus palabras me ofenden”, tal vez es tiempo de revisar tu conducta o la manera de comunicarte y míralo como una oportunidad de mejorar, para hacerlo mejor cada vez.

La comunicación es básica, y sobre todo, ser asertivos, revisa cómo te estás comunicando, si dices las cosas en el momento correcto y de forma correcta. Es importante que cuando vayas a decir algo, trates de ser breve y decir claramente aquello con lo que quieres que se quede la otra persona.

Hablar un tema a la vez: es muy común que en las parejas empiezan hablar un tema y terminar discutiendo por lo que pelearon hace 20 años atrás, el acumular quejas también es  irresponsabilidad.

Para la comunicación efectiva es recomendable ir cerrando temas y ya una vez arreglado dejarlo atrás y pasar al siguiente. Es importante hablar sobre los límites en una relación (cualquiera que sea) y que a veces los acuerdos que establecimos en un inicio, pueden haber caducado, entonces, se deben realizar nuevos para poder fluir de otra manera.

Desarrolla tu empatía, revisa también qué le está pasando a las otras personas. Hay mucho para seguir trabajando sobre este tema, lo primordial es empezar con nuestras relaciones, siendo

claro con lo que necesitas y haciéndose responsable cada quien de lo suyo.

La autora es Licenciada en Psicología con Maestría en Terapia Gestalt.