La burbuja del todo

El autor cursa la Licenciatura en Economía en la Universidad de Sonora

(PRIMERA PARTE)

Si tienes más de 40 años, has pasado, aunque no te hayas dado cuenta, por lo menos por tres burbujas financieras: los bonos basura de los 80, las acciones de tecnología de los 90 y la crisis inmobiliaria de los 2000. Cada una de ellas especulativa a su propia manera, y cada una amenazó con colapsar el sistema económico global cuando estallaron.

Todo esto es menor cuando lo comparamos contra lo que está sucediendo hoy, donde las burbujas pasadas eran específicas a un sector, es decir, que el estrago estaba reservado dentro de un

activo en particular y dentro de la clase que se beneficiaba  de éste. La burbuja de hoy está esparcida a través de prácticamente todo. Cuando ésta estalle no habrá muchos lugares dónde esconderse.

En 2 columnas expondré por qué siento que la crisis económica mundial no ha siquiera comenzado, e intentaré ilustrar elementos que dejen en evidencia lo realmente grave, que es la situación en la que está todo el planeta. El dólar es la sangre que corre por las venas del sistema financiero global, y éste se encuentra en serios problemas.

La mayoría de las burbujas comienzan cuando hay un flujo de capital que eleva el precio de un bien dramáticamente. Esto captura la imaginación de los especuladores de mercado, convirtiéndose en una ebullición de malas decisiones que eventualmente borran las fortunas que se hicieron en estos campos.

La Reserva Federal de Estados Unidos es la imprenta más exitosa del mundo. El M2, un indicador monetario que se puede utilizar para medir la cantidad de dólares en los Estados Unidos, se

ha triplicado en lo que vade este siglo, con una inclinación vertical que eleva sus niveles por más de un tercio en solamente en 2020.

Todo este dinero extra debe ir a alguna parte, y no es sorpresa que esté fluyendo hacia muchas distintas direcciones, como por ejemplo:

Ingreso fijo

Los mercados de bonos y dinero, compuestos por instrumentos que pagan intereses son en conjunto mucho más grandes que los mercados de valores del mundo. Y han estado en auge, con tasas de interés cayendo constantemente durante 4 décadas consecutivas. Dado que los precios de los bonos son recíprocos de los rendimientos de los bonos, podemos observar cómo un mercado alcista de bonos ha ganado fuerza en el último año a medida que la creación masiva de divisas ha obligado a los inversores de renta fija -que deben invertir nuevo efectivo de alguna manera- para comprar bonos independientemente de su rendimiento.

Las tasas de interés bajas no son acordes a nuestros estándares, sino al de la historia de la humanidad, estando en su punto más bajo desde 1300 cuando se empezó a compilar información

de esta clase. Esto es otra forma de decir que las burbujas están en todas partes.

Yahoo Finance lo resume muy bien en un artículo de hace unos cuantos días: “Compradores de acciones chatarra desesperados por endeudarse están presionando a las empresas para que

tomen prestado”. Vivimos en una película de terror.

Acciones

Las burbujas más obvias ocurren en las acciones, porque “el mercado” obtiene la máxima facturación tanto en los medios financieros como en la percepción de los inversionistas. Y después de un largo y lento esfuerzo para salir de las profundidades  de la Gran Recesión, las acciones estadounidenses han superado en los últimos años todos los récords de valoración anteriores.

Así es, este mercado es ahora una burbuja más grande que las de 1929 y 1999, y esta burbuja sigue creciendo. Todos los indicadores apuntan a lo mismo. Cuando las acciones son bajas en comparación con el PIB, se subestiman y se subvalúan; cuando son altos en comparación con el PIB, están sobrevaloradas.

Hoy son más altas que nunca, incluso justo antes de los 2 últimos mercados bajistas importantes. En este momento, más acciones se cotizan a más de 10 veces las ventas que en 1999 en el apogeo de la burbuja punto com. Y el número de empresas “zombies”, es decir, aquéllas que tienen que pedir prestado para cubrir el servicio de su deuda existente, colapsarán si se les corta el crédito

nuevo; nunca ha sido tan alto.