“Juan Hernández”

El autor es Presidente Nacional del Colegio Mexicano de Profesionales en Gestión de Riesgos y Protección Civil, A.C.

De acuerdo al buscador de internet en México “Juan” es el nombre propio masculino más común y popular utilizado en el Registro Civil; “Hernández” según el INEGI, es el apellido que más se repite en el padrón electoral, así son las referencias personales de uso cotidiano en nuestro país.

La pandemia Covid-19 ha contagiado en el territorio a más de un millón y medio de personas y ha cobrado más de 135 mil vidas que ya no son desconocidas como hace algunos meses. Las víctimas enfermas o mortales ya tienen nombre y apellido, tristemente forman parte de nuestro círculo cercano, familiares, amistades, con nombres propios forman parte de nuestra cotidianidad.

El inicio del 2021 ha resultado igual de triste que los últimos diez meses del 2020. El reforzamiento de restricciones a la movilidad, mayor inconformidad empresarial, hospitales saturados, aunque el discurso oficial sea otro, un virus que se percibe más contagioso y letal y, también es cierto, una sociedad en su mayoría de conducta dispersa, poco solidaria y poco empática, que pareciera no alcanza a entender lo grave de la situación. Independientemente del incongruente mensaje gubernamental, al que ya no se le puede cargar toda la culpa de la magnitud de la pandemia, una gran parte de la sociedad, se resiste a quedarse en casa, a usar cubrebocas, a guardar la sana distancia y lavarse las manos.

Peor aún, una sociedad que aún por su seguridad, se molesta si le recuerdas que debe de cumplir con las medidas sanitarias.

A pesar de pertenecer a una generación mexicana que ha vivido en crisis económica permanente, personalmente nunca había tenido la sensación por un cierto grado de falsedad al decir “feliz año nuevo” porque, aunque sea un deseo sincero hacia la persona a quien le diriges la frase, la realidad indica que si no todo, mucho del 2021 será similar al año 2020.

Y no es que pretenda ser pesimista, pero en el tema de salud desafortunadamente al menos el primer semestre, la pandemia y sus efectos de contagio y muerte seguirán el mismo camino; en lo económico, las restricciones se mantendrán y por tanto la recuperación por el cierre de empresas y la pérdida de empleos será muy lenta y, en lo emocional, el aislamiento seguirá generando aburrimiento, ansiedad, desesperación, estrés.

A todo lo anterior le pondremos el aderezo de ser un año político electoral, donde el desánimo y coraje se incrementará con las ya comunes campañas de ataques y polarizaciones en un país de por

si dividido.

Albert Einstein decía que no podemos tener resultados distintos haciendo siempre lo mismo. Cada persona lleva en sus hombros una carga importante, un compromiso, una responsabilidad y obligación social. Para poder cambiar la dinámica que sentimos nos ahoga, debemos de tener esperanza y fe, ser creativamente responsables, cambiar primero nosotros mismos, realizando acciones personales y comunitarias que permitan tener mejores soluciones y resultados en el menor tiempo. No debemos de permitir que el círculo de afectados se siga cerrando, hagamos lo necesario mientras tengamos la oportunidad de hacerlo.