¿Navidad desigual?

La autora es profesora de la Escuela de Negocios del Tecnológico de Monterrey Campus Sonora Norte.

Hemos llegado a la mitad de diciembre, lo que significa que estamos a escasos días de Navidad y de cerrar un 2020 lleno de retos y de emociones en montaña rusa.

En un ciclo donde el Covid-19 se robó toda nuestra atención y cambió nuestro estilo de vida, parece que la población no está dispuesta a renunciar a las posadas, reuniones y Navidad con casa llena.

Las tiendas lucen abarrotadas, al grado de que las autoridades de Salud han tenido que empezar a tomar medidas drásticas y clausurar comercios, en un intento por controlar la ocupación hospitalaria y evitar el inminente desastre que se nos viene.

Todo esto, ante la crítica de un sector de la población que quiere que se reactive la economía, pero que no está dispuesto a cumplir con las medidas requeridas para hacerlo.

La realidad es que paralelo a esto, existe otro México, el de las personas que no aglomeran los lugares, por no contar con poder adquisitivo, y que son las que además terminarán en los hospitales por no tener recursos suficientes para cumplir con los protocolos.

Ese sector es el estrato con menor ingreso, que percibe en promedio 101 pesos por día ¿Cómo podrían llenar las tiendas si ni siquiera pueden comprar un gel antibacterial?

En definitiva, la Navidad no se vivirá por igual en todas las familias, por la simple razón de que vivimos en el país que está dentro del 25% de naciones con mayores niveles de desigualdad.

La diferencia entre el ingreso menor y el mayor es de 18 veces; esto significa que una familia tiene que comprar comida, regalos y todo lo requerido para subsistir con 101 pesos al día, mientras que otro sector lo hace con 1,853 pesos.

El 60% de la desigualdad en México se trasmite de una generación a otra y el porcentaje de personas que viven en pobreza no se ha reducido de manera significativa en los últimos 25 años, lo que significa que se cuenta con un rezago sostenido en un porcentaje importante de la población.

La Navidad es una época del año donde las diferencias socioeconómicas saltan a la luz, pero con la crisis económica derivada de Covid-19, todo se agudiza.

¿Cuántos niños no recibirán un regalo?, ¿cuántas familias no tendrán siquiera un plato de comida en la mesa?, ¿cuántos enfermos pasarán estas fechas internados en un sistema de Salud precario?

Estamos por cerrar uno de los años más difíciles en la historia y no podemos abandonar este 2020 sin tener aprendizajes que nos permitan construir un México con oportunidades y con igualdad social.

El confinamiento brindó la posibilidad de ver que estamos en un territorio donde los más afortunados pueden encerrase en casa, pero donde la mayoría tuvo que salir a diario a arriesgarse a la presencia del virus, que se convertía en el menor de los problemas ante la falta de empleo y la ausencia de apoyos que permitieran verdaderamente cambiar su situación.

La crisis económica derivada del coronavirus, sumada a la desaceleración económica que vivíamos, tendrá que abrir la puerta a una nueva y profunda discusión sobre desigualdad.

Una conversación que precisa respuestas y acciones urgentes, con políticas públicas claras y con la suma de esfuerzos de todos los que habitamos este territorio, en caso contrario, las siguientes navidades seguirán desarrollándose en este marco sumamente desigual.

La autora es profesora de la Escuela de Negocios del Tecnológico de Monterrey Campus Sonora Norte y Directora de la Agrupación George Papanicolaou Hermosillo.

@PaulaTakashima

paulatakashimaaguilar@gmail.com