¿Qué podría salir mal?: espionaje masivo en México

El autor cursa la Licenciatura de Economía en la Universidad de Sonora.

En medio del ciclo de noticias tan enfocado en la pandemia, es fácil que se escondan notas importantes, que a primer vistazo podrían parecer no serlo. Ayer, 4 de diciembre, se reportó que, con 426 votos a favor, uno en contra y 3 abstenciones, el pleno de la Cámara de Diputados aprobó el dictamen con el que se expide una nueva Ley General de Población, la cual contempla la creación de la nueva cédula de identidad para la población mexicana.

Con esta ley se faculta a la Secretaría de Gobernación para que integre una base datos con la información de cada ciudadano, incluso con datos biométricos. Pero, ¿qué son los datos biométricos y por qué debería de hacernos ruido este dictamen? Los datos biométricos se refieren a las características únicas que cada persona tiene: el iris de los ojos, las huellas digitales, la

forma de la mano, la voz, comportamiento corporal como la forma de caminar y sentarse o las expresiones faciales.

En México se buscarían datos de esta índole para “garantizar el derecho de identidad de cada ciudadano” explicó la diputada de Morena, Rocío Barrera Badillo. Además, dicen que esto podría

ser una buena medida para proteger a la nación contra la creciente tendencia del robo de identidad.

Con el pretexto de que se mitiguen los efectos de cualquier cara de la “marginación y exclusión” esto podría convertirse en una herramienta para invadir la libertad individual que hoy tenemos los ciudadanos.

En 2008, la administración de Felipe Calderón intentó hacer algo similar con nulo éxito debido a la incapacidad de convencer a la oposición y una confusión sobre los beneficios reales. Bueno, por lo menos eso nos dijeron.

Ahora, la interconectividad del mundo a través de las herramientas digitales abre las puertas para posibilidades positivas, pero también para escenarios catastróficos.

Aunque el incremento en la cantidad y diversidad poblacional en México justifica la necesidad de revisar la Ley de Población, (la cual se ha mantenido estática desde los 70) esto se debe hacer

con mucho cuidado, ya que la naturaleza de la información biométrica es delicada.

En manos del Gobierno, al menos en el contexto mexicano, se requeriría de una sólida estrategia de seguridad para usar estos datos con éxito, ya que existe el riesgo de ser usados para la represión o persecución política.

Esto no lo digo yo. Podemos citar estudios que hablan de los riesgos de utilizar esta clase de estrategias. La organización Electronic Frountier Foundation (EFF) dice que el uso de datos biométricos es costoso, propenso a errores y además supone riesgos a la privacidad y a la libertad personal.

La organización ADC Digital publicó en 2017 un informe regional referente donde concluye que, “en general, las políticas públicas que pretenden implementar el uso de algún tipo de dato biométrico son concretadas con poca o nula transparencia de cara a la ciudadanía: (hay) una falta de información sobre las tecnologías y mecanismos utilizados para la recolección, análisis y procesamiento de los datos biométricos, el alcance de las políticas, con quiénes se comparten esos datos y quiénes tienen acceso”.

Respecto al plan del Gobierno mexicano, es poca la claridad de los lineamientos de seguridad. Esto, es preocupante. ¿A dónde se irán estos datos?  ¿Dónde terminarán? Imagínate que no te dejen acceder a un servicio público porque tu huella fue declarada por el Estado como “no válida”. ¿Espionaje político? ¿Silenciar a periodistas? ¿En México? ¿Tú qué crees?

El autor cursa la Licenciatura de Economía en la Universidad de Sonora.