Gestión Integral de Riesgos y Desastres con perspectiva de género

El autor es Presidente Nacional del Colegio Mexicano de Profesionales en Gestión de Riesgos y Protección Civil, A.C.

El pasado 25 de noviembre en un evento virtual, la Coordinación Nacional de Protección Civil conmemoró el “Día Nacional de la Eliminación de la Violencia contra la Mujer”, donde nuestra organización participó con un representativo grupo de mujeres profesionales especialistas en diversas áreas de la gestión del riesgo de 11 entidades federativas.

Socialmente, la percepción inicial del coronavirus era de corto plazo, se pensaba que tendríamos más tiempo libre para estar juntos en familia, pero como ya lo he mencionado en colaboraciones anteriores, el aislamiento social de la emergencia sanitaria Covid-19 ha generado emociones y sentimientos como ansiedad, depresión, enojo, enfado y miedo, por citar algunas, que se han traducido en el incremento de violencia intrafamiliar ya sea física, sexual o psicológica de grupos de atención prioritarios, que son aquéllos que debido a la desigualdad estructural, enfrentan discriminación, exclusión, maltrato, abuso, violencia y mayores obstáculos para el pleno ejercicio de sus derechos y libertades fundamentales, entre estos grupos, el de las mujeres.

También, en anteriores colaboraciones había comentado que la pandemia tiene importantes repercusiones en la salud y economía familiar, en tal sentido, tuve la fortuna de asistir al “8º ciclo de conferencias Derechos Humanos, Covid-19 y la Nueva Normalidad” organizado por la UNAM y es posible comprender que gestionar integralmente el riesgo de la emergencia sanitaria significa utilizar un enfoque fundamentado en los derechos humanos y la no discriminación a través de:

1) Analizar los problemas sociales y las condiciones de desigualdad existentes (el riesgo primario diría Allan Lavell); 2) Identificar a grupos marginados o excluidos para generar en el corto plazo políticas públicas que corrijan las desigualdades existentes, y 3) Eliminar las prácticas discriminatorias.

Por otro lado, una de las formas para trabajar el enfoque de derechos humanos y no discriminación es visibilizar los prejuicios y los estereotipos negativamente arraigados en nuestra sociedad, que permanentemente son justificados por las diferencias biológicas entre hombre y mujer, prejuicios y estereotipos que históricamente amplían las brechas en forma de discriminación, desigualdad y violencia de género.

En México se calcula que el 67% de las mujeres de 15 años y más han padecido algún incidente de violencia ya sea en su relación de pareja o en los espacios comunitario, laboral, familiar o escolar (Inegi, 2008), y según diversos especialistas, el ya famoso “quédate en casa” representa para muchas mujeres el “quédate con tu agresor”.

En resumen, debemos identificar y crear condiciones y acciones de cambio para poder avanzar en la construcción de la igualdad de género.

La pandemia ha ocasionado una crisis social que se ha caracterizado por la marginación de los grupos de atención prioritaria que se han visto limitados para adoptar medidas preventivas o tener libre acceso para el tratamiento adecuado al adquirir la enfermedad y, por tanto, gestionar integralmente la respuesta al riesgo Covid-19 y el retorno hacia una nueva realidad, debe de priorizar que las condiciones generadas por los prejuicios y estereotipos no se perpetúen en la convivencia cotidiana.

El autor es Presidente Nacional del Colegio Mexicano de Profesionales en Gestión de Riesgos y Protección Civil, A.C.