El matrimonio es del demonio... la libertad es de la deidad

El autor es Escritor, Capacitador, Networker, Conferencista y Life Coach en SB3.

“El matrimonio es del demonio... la libertad es de la deidad”.

¿Qué piensas respecto a este viejo y conocido refrán?

Si estás feliz con tu matrimonio, quizás pienses que es una frase falsa.

Si has tenido una experiencia negativa respecto al matrimonio, quizás pienses que es muy cierta, e independientemente de qué pienses, al igual que tú, habrá muchas personas que piensen lo mismo y habrá muchas otras que piensen lo contrario.

Vamos a suponer que las personas que piensan que la frase es verdadera, empiezan a repetirla.

Cada vez que tienen oportunidad, con orgullo y cierto aire filosófico, lo citan (citar frases nos hace sentir intelectuales).

Después de un tiempo, quizás la frase agarre popularidad y tal vez habrá personas que la usarán para dar consejos a quienes tengan malas experiencias con el matrimonio.

Pero la realidad es que no todo lo que suena bonito y rima, es cierto.

Comencé preguntándote que si qué piensas de este “viejo y conocido refrán” para que sonara más realista.

La verdad es que esa frase se me ocurrió un día que, sin querer, me di cuenta de que “matrimonio” rimaba con “demonio”, y quise usarlo de “clickbait”, así que busqué otras palabras para completar la frase siguiendo en el mismo contexto, y se me ocurrieron “libertad” y “deidad”.

Cabe mencionar que yo no creo que la frase sea cierta (me pegan si digo que sí [broma]). Pero generalmente no nos importa quién haya dicho algo, con que suene bonito y se repita constantemente, adoptamos ese “algo” como realidad absoluta, sin importar lo ridículo que pueda resultar el mensaje.

¿No lo crees?

Existen refranes y frases populares que efectivamente tienen popularidad, pero tienen muy poco o nula verdad.

Por citar algunos ejemplos, ¿te has puesto a pensar quién dijo “Lo importante no es ganar o perder, sino competir”?

Desde mi punto de vista, o lo dijo una persona que perdió, para justificar su derrota o se la dijeron a una persona que perdió, para consolarla.

¿Y qué tal “Más vale malo por conocido que bueno por conocer” o “Perro viejo no aprende nuevos trucos”?

Esas probablemente las dijeron personas flojas, conformistas y/o miedosas, para justificar su inacción.

¿“Ojos que no ven, corazón que no siente”?

Probablemente lo dijo alguien que no tiene autovalía, amor propio ni dignidad.

¿“En casa de herrero, azadón de palo”?

Quizás una persona incongruente y poco profesional.

Y hay muchísimos más ejemplos, pero se me acabó el espacio.

Así que cierro la columna recomendándote que la próxima vez que vayas a repetir una frase popular, tengas en cuenta que “no todo lo que brilla es oro”.

Y si la analizas y encuentras que lleva un mal mensaje, pero por comodidad la quieres seguir utilizando, recuerda que “no hay peor ciego que el que no quiere ver”.

El autor es Escritor, Capacitador, Networker, Conferencista y Life Coach en SB3.

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