Sentir más, pensar menos

La autora es Comunicóloga y Periodista.

Te has preguntado en estos últimos meses en los que hemos estado confinados en nuestros hogares, y del cual poco a poco empezamos a salir, ¿qué rumbo ha tomado tu vida?

No pretendo entrar en sentimentalismos baratos, simplemente reflexionar un poco, evaluar qué hemos aprendido en este tiempo de pandemia; yo sí, lo confieso.

Me ha costado noches de insomnio, analizando pros, contras, panoramas enteros y, ¿a qué conclusión llegué?

A que hay que sentir más y pensar menos. Me dirán: ¡Estás loca!, ¿Cómo? Pues sí, lo estoy y soy feliz jeje, pero aclaro el punto.

Poco antes de iniciar la pandemia, en una de mis crisis existenciales (quisiera poner el emoticón de ojitos volteados) platicando con un gran amigo que presta oídos y alma a mis dramas, en torno a una taza de café, me dijo:

“Tú Karla tienes un problema, piensas demasiado, date permiso de sentir más, ¡vive!”.

Esas palabras se quedaron muy grabadas en mi mente, ese ha sido siempre mi problema, todo pienso, todo analizo, estricta conmigo, juzgándome siempre.

Total, desde ese momento decidí comenzar a aplicar en mi vida el “siente más y piensa menos”.

El proceso no ha sido fácil pues requiere dar un giro total a todo un sistema de vida aprendido a lo largo de mi existencia, ha requerido “desaprender” muchas cosas (y continúo en el proceso), y no significa que me haya desentendido de las obligaciones, responsabilidades o de las preocupaciones cotidianas, simplemente me di permiso de tomar la vida como es, viviendo el presente, porque el pasado ya fue y el futuro no lo tenemos asegurado. Dirán: ¡qué fácil se escucha!, de seguro tienes resuelta la vida, no tienes problemas ni carencias y bla bla bla.

Lamento informarles que soy un ser humano común, a la que esta pandemia la cimbró en lo más profundo, como a la mayoría, me he visto afectada por los estragos de la misma (gracias a Dios la salud intacta) he tenido días malos, de angustia, pero en esos momentos el respirar profundo, ser agradecida y permitirme sentir esas emociones me ayudó a encontrar claridad y sobreponerme.

En este proceso de transformación me he reinventado, exploré nuevas oportunidades, acepté la realidad.

¿Qué se requiere?

Voluntad, paciencia, empatía, resiliencia, todas estas palabras tan populares hoy en día, pero sobre todo amor, sí, amor por ti, fue ahí cuando entendí que me estaba permitiendo sentir más.

En este camino han llegado personas maravillosas a mi vida, otras se han alejado y doy gracias por ello, me quedo con quienes me aportan riqueza, sí, esa riqueza mental y emocional, que abonan a mi crecimiento, tomo el ejemplo de personas que a pesar de las adversidades siguen de pie y con más energía, me quedo con aquéllos que arrancan una sonrisa de mi rostro.

Me di permiso de “sentir más y pensar menos”, he realizado alguna locura que resultó maravillosa que la “yo” de antes (siempre pensadora y analítica) jamás la hubiera hecho, pero esa locura me recordó que estoy viva y que sí soy capaz de sentir, de fluir.

En este proceso aprendí a valorar el tiempo, a las personas, a escuchar, vivía tan acelerada que no apreciaba los detalles que nos ofrece la vida.

La pandemia me enseñó que somos vulnerables, pero que podemos sacar lo mejor de nosotros, me enseñó que vale la pena “sentir más y pensar menos” porque la vida se va en un abrir y cerrar de ojos.

La autora es Comunicóloga y Periodista

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