Hay agravios que no se olvidan

La autora es coordinadora del Seminario Niñez Migrante de El Colegio de Sonora

Efectivamente, como dijo el presidente López Obrador a Donald Trump en su primera reunión en Washington: hay agravios que no se olvidan. Seguramente Lopez Obrador se refería, además de los chantajes, amenazas, etc, a los abusos, discriminación y ataques que históricamente la comunidad migrante ha recibido en ese país. Sin embargo, hay agravios que no se olvidan también en Mexico, por ejemplo: La matanza de cientos de estudiantes en 1968 en la plaza de Tlatelolco y los 43 estudiantes normalistas de Ayotzinapa aún desaparecidos; todos ellos son parte de los más de 73 mil desaparecidos desde 1964 al presente año 2020. De ellos 71 mil 678 personas han desaparecido en los últimos 14 años según datos de la Secretaría de Gobernación (Segob).

Hoy quiero hablarles de uno de ellos: del jovencito Leonardo Antonio Serrano Íñiguez quien desapareció el primero de julio en El Golfo de Santa Clara, Sonora, municipio de San Luis Río Colorado. El Golfo es un bonito pueblo pesquero muy golpeado por las políticas públicas que básicamente han desmantelado la actividad pesquera en las comunidades de el Alto Golfo de California.

Leonardo es nieto de Yaya quien hace 25 años en entrevista respondió al preguntarle a qué se dedicaba: “Soy pescadora de almejas”. En aquellos años su linda hija Martha, mamá de Leonardo, era una adolescente. Yaya ha dedicado toda su vida a la actividad pesquera recolectando almejas, y deschurupando Curvina. Su hija Martha aprendió de ella y es muy activa trabajando en las empacadoras de aguamala que se instalaron en la comunidad.

Combina su trabajo con la repostería produciendo ricas galletas y pasteles. Leonardo y su amigo, Adal Jibrán, fueron levantados en El Golfo y no se ha vuelto a saber de ellos. Martha ya se unió al grupo de Madres Buscadoras de Sonora. Con mucha esperanza sale de su casa con pico y pala a buscar a su hijo, escarbando, picando tierra hasta encontrarlo. Señor Presidente, efectivamente hay agravios que no se olvidan y no deben de olvidarse, agravios que se vuelven más agudos en estos tiempos de pandemia, tan agudos que duele doblemente el alma. Confiamos en usted.

La autora es coordinadora del Seminario Niñez Migrante de El Colegio de Sonora.

gvaldez@colson.edu.mx