Simpatizantes

La autora es profesora de la Escuela de Negocios del Tecnológico de Monterrey Campus Sonora Norte y Directora de Agrupación George Papanicolaou Hermosillo.

“Entre un gobierno que lo hace mal y un pueblo que lo consiente, hay una cierta complicidad vergonzosa”. Víctor Hugo

Los últimos días he visto como las redes sociales se han llenado de odio y ataques entre quienes están a favor de las decisiones que están tomando los gobiernos en sus 3 niveles y quienes están completamente inconformes con la manera en que se ha hecho frente a la pandemia y otros asuntos del orden público relevantes.

Los grupos de WhatsApp, incluidos los familiares, se encuentran polarizados por la forma en que se acredita o desacredita la labor de muchos funcionarios.

En muchas ocasiones me han preguntado si en mi caso estoy a favor o en contra de cierto político, e incluso si comulgo con la ideología de un partido.

Desde el lado ciudadano mi respuesta siempre es tajante: Estoy a favor de construir un municipio, un estado y un país del que me sienta orgullosa.

Y la realidad es esa, me resisto a creer que vivir en este país se limite a estar a favor o en contra de cierto partido o de cierto político, porque creo en la importancia de ejercer una ciudadanía responsable y crítica.

En ese sentido, me gusta mucho cuando usamos la palabra “simpatizantes” para hacer referencia a alguien que va acorde con cierta ideología política, prefiero mil veces hablar de simpatizantes que de militantes.

Un simpatizante es un ciudadano que entiende que estar de acuerdo con la filosofía de un partido no significa aprobar todas las decisiones que toma; el simpatizante sabe que los partidos políticos se integran por humanos, los cuales como tú y yo, también pueden equivocarse.

Un simpatizante es crítico, es capaz de señalar lo que no es correcto, incluso cuando las decisiones las tome el partido en el que está afiliado.

El simpatizante reconoce que las políticas públicas que de su autoridad emanen (sin importar el partido) a veces pueden ser pertinentes y otras tantas no.

Como ciudadano responsable, aprende a reconocer lo que se hace bien y a señalar aquellas situaciones que van en contra de los intereses del país, del estado y de su municipio.

El militante, por su parte, va con fe ciega, poniendo toda su energía en el partido político.

Es la persona que no acepta críticas, que siente que cualquier ataque a su partido es como si se tratara de una cuestión personal.

Son los que convierten en arena de guerra cualquier asunto público, sin darse cuenta que atacarnos entre ciudadanos no resolverá jamás los asuntos que nos preocupan.

Esta guerra en redes sociales y grupos deja en evidencia lo endeble que es la participación ciudadana y la forma de hacer política en nuestro país.

No podemos exigir un nivel de discusión digno en ninguno de los 3 poderes, si como ciudadanos no somos capaces de debatir entre nosotros mismos las posturas que tenemos frente a las decisiones públicas.

Necesitamos ciudadanos cuya opinión deje de girar en torno a una sola figura política, porque México es más que un solo individuo.

Involucrarnos en política pública, ejercer nuestro derecho a la libertad de expresión y manifestación, participar en los comités municipales y estatales abiertos a los ciudadanos, cuestionar la transparencia en el actuar de cualquier autoridad pública y ser críticos de las decisiones de los 3 niveles de gobierno, es lo único que nos llevará a construir un país próspero.

Y me gusta pensar que al menos, en medio de tanto odio, todos podemos coincidir en que anhelamos que a México, a Sonora y a nuestra municipio, le vaya bien.

La autora es profesora de la Escuela de Negocios del Tecnológico de Monterrey Campus Sonora Norte y Directora de Agrupación George Papanicolaou Hermosillo.

@PaulaTakashima