Un virus muy desigual

La autora es profesora de la Escuela de Negocios del Tecnológico de Monterrey Campus Sonora Norte

El tema global los últimos días ha sido la declaración de pandemia por el Covid-19, mejor conocido como coronavirus. Esta enfermedad infecciosa tiene en jaque a los sistemas de salud y a los gobiernos, pues cada país necesita diseñar políticas que le permitan su contención.

El pasado sábado 14 de marzo, la Secretaría de Educación y Cultura anunció que como medida preventiva se adelantaría el periodo de receso por Semana Santa, el cual abarcará del 20 de marzo al 20 de abril. Si bien, se celebra que se estén tomando medidas para evitar la propagación del virus, valdría la pena considerar que mandar a niños y niñas a su casa sin resolver el tema del cuidado de los menores, no parece tan buena idea.

En un país donde el 33% de los hogares son dirigidos por una jefa de familia, es decir por una mujer que se encuentra sola al cuidado de sus hijos, esta medida no pareciera tan pertinente. ¿Qué sucederá con todas estas madres trabajadoras?

Quizás hubiera sido importante que en la mesa de decisiones no sólo estuviera la Secretaría de Salud y la Secretaría de Educación, sino que se hubiera agregado la Secretaría de Trabajo y Previsión Social para definir una estrategia transversal que no dejara cabos sueltos.

También existen hogares que son encabezados por un varón sin contar con apoyo para el cuidado de los infantes: En México existen unos 796 mil hombres cabeza de familia, de los cuales 259 mil son separados o divorciados, y unos 42 mil de ellos los abandonaron; por otra parte, 495 mil son viudos. La mayoría de ellos también cuentan con hijos que requieren cuidados.

Además, hay que recordar que los delitos sexuales contra menores se incrementan en promedio un 40% durante el periodo vacacional, ya que niños y niñas tienen que quedar bajo el cuidado de familiares, amigos y/o vecinos, los cuales en muchos de los casos abusan de los menores.

Por lo tanto, extender los periodos vacacionales sin garantizar que los padres puedan hacerse cargo del cuidado de sus hijos, puede ocasionar problemas muy serios. Por otro lado, debemos considerar que estamos en un país donde existe una población total de 125.8 millones de personas y sólo 26 millones trabajan en empleos formales, que pagan impuestos directos y que tienen prestaciones sociales. Lo anterior significa que todos aquéllos que trabajan en el comercio informal, no podrán cesar actividades o lo harán sin contar con los recursos necesarios para subsistir.

En un momento donde es necesario quedarse en casa, la política pública debe analizar qué sucederá con toda la población que depende de su trabajo diario para cubrir necesidades tan básicas como la alimentación. La llegada del Covid-19 a México ha evidenciado una vez más los retos que tenemos como país para vencer las enormes brechas de desigualdad que existen.

Quedarse en casa es la mejor solución para acabar con el virus, pero ¿qué hacer si el virus no entiende de desigualdades?, ¿cómo le explicamos que hay familias que no pueden quedarse en casa?, ¿qué hacemos para equilibrar el trabajo con la necesidad de estar en casa al cuidado de los menores?, ¿cómo hacemos en una economía informal para garantizar las necesidades básicas de los más vulnerables?

La autora es profesora de la Escuela de Negocios del Tecnológico de Monterrey Campus Sonora Norte y Directora de la Agrupación George Papanicolaou Hermosillo. @PaulaTakashima