Tu papel de víctima

El autor es comunicador y bloguero de temas de estilo de vida.

El tema de la victimes es algo que detesto y me fascina a la vez por sus múltiples facetas que tienen en el ir y venir de la vida de muchos. No puedo con la gente que está instalada en un papel en el que no se hace responsable de nada, pero también me encanta la idea de lo que hay del otro lado. Muchas veces detestamos algo que sin darnos cuenta lo tenemos, lo hemos vivido y hasta lo hemos repetido.

Siempre he creído que ser la víctima es lo más fácil, no cuesta mucho trabajo. Piénsenlo. Nada es tu culpa y todo lo que tienes, lo que inventas y lo que no, es por circunstancias ajenas. En pocas palabras tú no eres responsable de absolutamente nada, pero muy en el fondo tú eres instrumento de tu propio veneno. Lo peor es que cuando piensas así, le entregas todo tu poder a los demás, a tu entorno, amigos, a tu trabajo, a tu ex. ¡Todo un horror!

Ojo, yo he estado ahí y me he sentido con una autolástima por muchas decisiones que he tomado, comentarios, que buenooo... hasta de llorar frente al espejo (y no es por presumir, pero eso de la actuación se me da mucho). Pero de ninguna manera me permití quedarme ahí en el papel de víctima. Hace muchos años decidí contarme una historia totalmente diferente de mi vida. Una historia en la que uso todo lo que he vivido a mi favor, y de repente caigo y es válido, pero ya no se vale quedarte instalado en ese papel por años, es ahí donde uno se hace responsable de lo que tiene, de lo que no, de quienes tenemos cerca y quienes se han ido.

Dejar de ser víctimas es de valientes. Implica tomar las riendas, cortar la raíz y reconstruirla para seguir creciendo, implica cambiar el rumbo y aceptar que lo que te pasa no es culpa de nadie más que tuya. Me parece muy importante, liberador e inspirador vivir así. Imagínense cuánto poder tenemos y lo que podemos lograr si operamos de esa manera nuestras decisiones, o simplemente la vida.

Recuerden que la actitud que decidan tener ante cualquier situación es di-rectamente proporcional al resultado que van a obtener. Se vale llorar poquito, quejarse poquito, renegar poquito, y el dolor ahí está. Pero no hay que pasarnos de lanza y estar nadando en el sufrimiento, porque el sufrimiento es adictivo. Pésima combinación, ¿están de acuerdo?, así que, dejen la victimes... ¡pero ya!

El autor es comunicador y bloguero de temas de estilo de vida.

Twitter: @Diegoguerreromx