Los hombres y mujeres bujías

El autor es periodista con más de 30 años de experiencia en medios escritos y de Internet.

¿Por qué hay hombres y mujeres en toda organización que se convierten en bujías sin importar la posición que ocupan en la estructura?

De entrada, cuentan con una característica común todos ellos:

Mentalmente han seguido una enseñanza aprendida originalmente en casa: toda actividad que realicen deben de ejecutarla con excelencia y no sólo eso, sino agregándole la mejora continua que este tipo de personas consideran que es la ideal sin esperar una recompensa extra por su esfuerzo.

Hay gente así que refuerza su forma de ser dentro de la organización y que tienen una amplia paciencia, que no esperan reconocimiento ni de sus compañeros o jefes, pero cuyo ejemplo por sí sólo arrastra al resto de quienes le rodean. Siempre andan de buen humor, no se quejan, y lo principal: siempre están dispuestos a aprender y emprender nuevas tareas.

Son muy dadivosos con su tiempo y ejemplo pues su disposición para apoyar y enseñar al resto de quienes le rodean es perenne.

¿Cómo los destroza, desmotiva y acaba con ellos la organización?

De la siguiente manera:

1.- Sembrar la desilusión. Esto ocurre cuando la imagen de la organización se desfocaliza y los dirigentes pierden la capacidad de ser ejemplo. Pero en este tipo de colaboradores la flotación de la esperanza es elevada. Son pacientes, a la espera de que el barco retome su curso correcto.

2.- Implementación de cambios drásticos. Por lo general sin emplear la herramienta de la sensibilización como primer paso para transformar la organización. Estos colaboradores sufren un desbalance en sus creencias y se quiebra un tanto su espíritu dinámico.

3.- Jefes desdeñosos. A pesar de que se conforman con poco reconocimiento, su capacidad de análisis y comprensión es alta y cuando sufren un desdén, suelen callar y guardarse los resquemores que les nace en bien de la organización, pero despiertan el hecho de que son desechables.

4.- Comunicación insensible. No son tomadas en cuenta sus iniciativas de solución a problemas, preocupaciones por la productividad y políticas mal diseñadas aún y cuando hacen caso omiso de amigo y familiares que le indican que estaría mejor en otra organización. Aunque su camiseta la traen bien puesta, empiezan a notarse algunos girones que caen en la indiferencia de sus superiores.

5.- Promociones sin justicia.- Aún y cuando al momento de tomarse la decisión de elegir un nuevo jefe y quedan varados en esa esperanza, persisten con empeño en su actividad, pero les queda claro que no serán favorecidos para ocupar un cargo de mayor responsabilidad dentro de la organización y su tendencia es callar, laborar al mismo ritmo productivo de sus compañeros –que siempre será menor— y estar a la espera resignada de que los tiempos cambien a su favor, pero su ímpetu productivo se resquebrajó.

Está listo para irse a otra organización, la primera que vaya por este tipo de personas.

Cuando vea la existencia continuada de rotación de personal, piense en este escrito.

¿Qué debe hacer un jefe al contar con uno de estos elementos?

Lo primordial es no tenerles miedo y aprender de ellos. Guiarlos, reconocerlos así sea con una palmada en el hombro, demostrarle admiración, respeto, alentar sus iniciativas, impulsarlos dentro de la estructura pues a final de cuentas puede ser la persona que llegue al máximo cargo y lo mejor de todo, nunca olvidan.

El autor es periodista con más de 30 años de experiencia en medios escritos y de Internet. Consultor en Competitividad Organizacional con doctorado en Administración Pública.

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