Qué prefieres: ¿Salud o dinero?

Lic. en Nutrición Nutriólogo en el Instituto Mexicano del Seguro Social. Escritor literario. Instructor de capacitación por el Centro de capacitación IMSS y Secretaría de Previsión Social.

Hay frases en este mundo que no tienen razón, lógica y que simplemente no hacen sentido.

¿Qué prefieres, salud o dinero?

¿Verte bien o sentirte bien?

¿Dinero o amor?

¿En qué momento a alguien se le ocurrió poner, comparar o dividir las cosas?

¿Por qué no tener todo?

¿Por qué no estar completos?

Si fuera por mí, preferiría trabajar sobre mi aspecto físico y tener control total sobre mi cuerpo y mi mente, para con ello poder reflejar lo mejor de mí, así mismo, tener la solvencia económica para poder adquirir lo que desee tanto para mí como para quienes siempre han estado para mí y sentirme pleno, sin vacíos emocionales, para poder compartir lo mejor de mí a los que más quiero, porque la vida se trata de compartir, hasta el ser unicelular más pequeño vino a compartir.

La vida no hace sentido si no compartes lo mejor de ti, tus dones o lo que sabes; puedes tener Wikipedia en tu mente, pero si no lo compartes, no sirve de nada.

Y entrando de lleno al tema de salud, como sociedad seguimos sin una cultura de mejorar los hábitos de salud, hacerlo una tradición, una costumbre, de hacerlo viral.

Y en teoría y en práctica no es tan difícil.

Todos queremos vivir una vida plena y de calidad y de ahí se desglosa el cuidado de la piel, el cuidado celular, el mantenimiento multiorgánico, donde si tenemos un consumo adecuado de alimentos ricos en antioxidantes, vamos a favorecer al mantenimiento de lo antes ya mencionado, alimentos tales como frutos secos, cítricos, fresas, arándanos, pimientos y si le agregamos el mantenimiento cognitivo intelectual, agreguemos a nuestra dieta ácidos grasos esenciales, tales como el omega 3,6 y 9, encontrados en semillas, cacahuates, almendras, nueces, aguacate, sardina, atún, salmón.

Entonces hasta aquí no he hecho mención de nada del otro mundo, sólo es cuestión de cambiar hábitos, como el alto consumo de azúcar en bebidas azucaradas, gaseosas y jugos, reemplazarlos por sobrecitos de té, que a su vez van a traer un beneficio dependiendo de qué ingrediente o sabor escogemos, o simplemente hacer agua de limón o Jamaica, que en ocasiones no las hacemos por falta de “tiempo”, de igual manera escojamos el aceite más adecuado para cocinar, un aceite de cártamo, canola o de soja.

Todos los días podemos hacer pequeños cambios que eduquen nuestro cuerpo y nuestra mente, la cuestión es empezar.