Jonathan: Relato de una injusta muerte

Breve relato de lo acontecido la tarde de ayer con Jonathan, el niño de 10 años que falleció tras caer en una pileta en Nogales.

NOGALES, SON.- Por esas pequeñas travesuras infantiles Jonathan, de diez años, cayó a las aguas negras, mientras jugaba con otras dos niñas.

Eran como las 16.14 horas de este jueves cuando el pequeño fue visto con dos amiguitas, llegar por un terreno baldío a asomarse a través de una reja.

Esa puerta de seguridad, de medio metro de altura, separa su barrio, Los Encinos, Mediterráneo, del fraccionamiento Real del Arco. Eran las 16:11.

Sin pensarla mucho, los niños levantaron la reja, que separa el fraccionamiento Real del Arco, para asomarse a la enorme pila.

Son dos piletas que miden cuatro metros de lado y cuatro de profundidad, separadas por una barda de ladrillo, llenas hasta el tope, al nivel de la calle, por una fuga de aguas negras, de Oomapas.

Entre los tres niños levantan la reja, y el pequeño Jonathan, se agacha y pasa en cuclillas; en dos segundos ya está parado a la orilla de la pileta, con un espacio de 20 centímetros… Frente a él, la muerte en forma de aguas negras.

Quizá sus gruesos lentes, su miopía no le permiten ver lo que hay frente a él: sólo agua de un verde profundo.

El niño no la piensa y en sólo dos segundos, da un paso al frente, todavía semiagachado, como buscando un lugar firme donde poner el pie derecho, pero cae dentro del agua… sorprendido empieza a manotear.

Las niñas quedan al otro lado del cerco y salen corriendo a pedir ayuda, ayuda que está a más de cien metros.

El pequeño se agarra por momentos de la barda que divide a ambas piletas, pero en su desesperación sigue buscando cómo salir del agua.

Quedarse quieto, agarrado de la barda divisoria o de la orilla que tocó varias veces pudo salvarle la vida… Pero estaba en pánico.

Se suelta y manotea, nadando hacia el centro de la pila, tragando agua sucia… de una fuga de Oomapas.

Las calles del fraccionamiento Real del Arco, siempre están desiertas. La gente sale a retozar hasta las 6 o 7 de la tarde, cuando cae el sol… Si el niño grita pidiendo ayuda, nadie lo escucha, nadie lo oye.

Pasó un minuto, y el niño seguía manoteando. Las pequeñas corren a casa de Jonathan… La muerte espera.

Pasaron dos minutos, y el niño se sumerge y sale, la boca debajo del nivel del agua. Dos minutos, tres minutos…

El pequeño dio los últimos manotazos y se hundió sin fuerzas, al fondo del fango, de las llantas, de trozos de madera.

15 minutos tarda en llegar su papá que desesperado se lanza al agua, igual otro vecino, pero no lo hallan… Son muy bajitos de estatura y no saben nadar bien.

El padre y la madre lloraban. La gente comenzaba a llegar.

Otros diez minutos después llega un policía y un exsocorrista de la Cruz Roja, quienes se lanzan de inmediato, al agua a pesar de los peligros a la salud.

Hallan al niño, y renace la esperanza… lo sacan, y le aplican maniobras de resucitacion, 1, 2, 3… y los minutos pasan…

Ante el llanto de la madre y el padre, no pueden hacer nada por salvarlo… Jonathan había muerto.

La negligencia de tener esas alcantarillas abiertas de nuevo pasa la factura de la manera más cruel.

Fotos: Sergio García (Especial / Expreso)

Fotos: Sergio García (Especial / Expreso)

Fotos: Sergio García (Especial / Expreso)