Gemelas Trillas, originarias de Guaymas, celebran un siglo de vida

Antonia y Manuela Trillas Verdugo son las únicas gemelas centenarias en los valles de Guaymas-Empalme y, como es tradición desde hace una década, celebraron en familia su cumpleaños, en esta ocasión el número 100.

Cuando ellas nacieron, un 21 de septiembre de 1922, La Misa (localizado a 62 kilómetros al sudoeste de Guaymas) era una comunidad alejada de las ciudades, los bebés llegaban al mundo con ayuda de la partera Carmela Orduño, los habitantes tenían que buscar leña en los montes, acarrear contenedores de agua en burros o sobre la cabeza, así como trabajar en labores del hogar desde la niñez.

Según relató Antonia Moreno, hija de una de las gemelas, el agua potable llegó al pueblo alrededor de 1964 y la electricidad en 1972, y recuerda que ganarse la vida era un trabajo duro, constante, pero también muy satisfactorio, con los patios llenos de tenderetes secando la carne al sol, racimos de tomates de temporada y calabacitas cortadas en espiral colgante, para que una vez que estuvieran deshidratadas, almacenarlas en bolsas de papel y consumir en otras estaciones del año.

Manuela y Antonia, fueron, según cuentan, niñas muy traviesas que frecuentemente aprovechaban la confusión por su aspecto físico para echarse la culpa la una a la otra y así evitar regaños, jugaban a “hechizar” pegando con toda la fuerza de sus manos, y que durante su juventud y madurez no tuvieron problemas de salud a pesar del trabajo rudo y los escasos servicios médicos. Hoy, debido a su avanzada edad, las hermanas no recuerdan muchas cosas (sobre todo Manuela), pero gozan de una vida feliz.

Lo extraordinario es que las dos están vivas, mi tía Manuela dice que mi mamá no es la Antonia porque esa señora a la que le dicen Antonia está muy viejita, pero mi mamá si coordina perfectamente y en la fiesta le decía: 'No seas loca, si soy y estamos cumpliendo cien años', pero Manuela le decía: 'no, si tienes parecido con la Antonia pero no eres, tú estás muy viejita, eres mi mamá'", comentó entre risas.

Celebran 'pachangón' en Tijuana

A diferencia de años anteriores en que la celebración del cumpleaños era en La Misa, el pasado sábado su fiesta se realizó en Tijuana (donde vive Manuela desde que tenía 22 años de edad), y asistieron más de doscientos familiares de Estados Unidos, Monterrey, Cancún, Sonora y Baja California, además de varios asombrados por la longevidad de las gemelas.

Tocó un grupo de música, mi mamá está en silla de ruedas desde hace dos años, pero ahí anduvieron bailando con ella con todo y silla, y mi tía sí camina pero despacito. A pesar de todo están muy sanas, ellas jamás tomaron un anticonceptivo, parieron hasta que el cuerpo se los permitió y tienen todos sus órganos, no están operadas de nada.  A mi mamá sí le dio un derrame en noviembre de 2020 porque Ramiro mi hermano mayor se enfermó, era el preferido, el que nunca se casó, le dio cáncer en la próstata, pero estaba muy fea la pandemia y no quiso que lo internáramos. Ramiro se fue acabando, tenía 76 años, se fue acabando y mi mamá lo miraba, se ponía muy triste, esa fue la causa de que a ella le pegara el derrame, pero gracias a Dios se repuso”, dijo.

 El 'pachangón' celebrado en Tijuana no será el único festejo que las hermanas Trillas vean este año, pues su familia ya agendó otra gran fiesta para el próximo 19 de noviembre, esta vez en La MisaSonora, con música, comida, bebida  para celebrar a dos mujeres que han vivido el  transcurso de un siglo completo.

Tienen gran descendencia

Manuela tuvo seis hijos, 15 nietos, además de bisnietos y tataranietos, mientras que Antonia dio a luz a 12 hijos, tuvo 26 nietos, 33 bisnietos, tataranietos y el miembro de la quinta generación de su descendencia tiene un mes y medio de nacido.

Desde hace 16 años, Antonia es oficial del Registro Civil en La Misa y es conocida por todos los habitantes, que le guardan cariño por validar actos tan importantes para la vida de las personas, y hoy lamenta que el valle regional esté convertido en un lugar peligroso, donde ya no es posible tener la confianza y tranquilidad que gozaron en años anteriores a la crisis de violencia.