Habitantes del Río Sonora exigen agua de calidad
A 6 años de la contaminación de los ríos Sonora y Bacanuchi, los habitantes de los 7 municipios afectados siguen viviendo en la zozobra, sin tener la certeza de que el agua que consumen está limpia.
HERMOSILLO, SON.- A seis años de la contaminación de los ríos Sonora y Bacanuchi, los habitantes de los siete municipios afectados siguen viviendo en la zozobra, sin tener la certeza de que el agua que consumen está libre de la presencia de metales pesados, incluso, también existe desconfianza del agua que compran en las purificadoras locales, ya que éstas se abastecen de los mismos pozos.
Tras el derrame de los 40 millones de litros de sulfato de cobre de la empresa Buena Vista del Cobre, perteneciente a Grupo México, sobre las cuencas de esos ríos, los habitantes de esa región siguen teniendo dudas sobre la calidad del agua que se les brinda y por la cual mensualmente se les sigue cobrando un recibo que algunos se niegan a pagar.
La contaminación ocasionada el 6 de agosto de 2014 por la empresa minera, no sólo afectó la salud de los pobladores de esa región del estado, sino que también perjudicó su economía, pues más allá de las pérdidas en la producción que dejó y la estigmatización que provocó a toda esa zona, representó también un gasto adicional para esas familias que desde entonces tuvieron que comprar agua purificada.
Agua que no sólo fue utilizada para el consumo y la preparación de alimentos, sino que incluso al principio muchas familias también la utilizaban para bañarse, ya que tenían miedo de utilizar el agua contaminada, pues hubo muchas personas que presentaron serias afectaciones en la piel.
Sin embargo, después de seis años de lo sucedido, la economía de las familias de esos siete municipios está tan dañada que en muchos hogares resulta imposible seguir gastando en agua, cuando la prioridad es conseguir para comprar alimento.
Francisco Ramón Miranda Córdova, habitante del municipio de Aconchi e integrante del Comité de Cuenca del Río Sonora, hizo hincapié en el esfuerzo que tienen que hacer para comprar agua purificada, ya que al menos en su familia semanalmente compran 10 garrafones.
Tomando en cuenta que el garrafón más barato tiene un precio de 15 pesos, Francisco Ramón gasta 150 pesos a la semana en la compra de agua purificada, recurso que si se multiplica por los seis años que han transcurrido, suman más de 46 mil pesos que pudo haber destinado para la compra de otra cosa.
Desconfianza
No obstante, a los habitantes de esa región, comprar agua purificada no les quita la desconfianza de consumirla contaminada, pues tal y como lo manifestó Francisco Ramón, esas purificadoras locales se abastecen con agua de los mismos pozos.
“Hay personas que para nada consumen el garrafón barato (15 pesos) porque tenemos la incertidumbre de las purificadoras locales, porque ellas van y agarran agua de los pozos que están contaminados, su sistema purifica el agua, no separan los metales pesados. Son purificadoras, no potabilizadoras”, expresó el entrevistado.
Esta situación evidentemente viene a mermar la ya lastimada economía de los habitantes de esa región, toda vez que hay quienes prefieren pagar los 35 o 36 pesos que les cuesta el garrafón de una conocida marca comercial.
Así lo expresó Elda León Contreras, habitante del municipio de Banámichi, quien al igual que Francisco Ramón, concordó sobre la duda que existe de comprar agua en las purificadoras locales.
“Las purificadoras toman agua de la llave, es agua purificada que sólo quita las bacterias y entonces metales pesados nos los seguimos tomando, por eso tratamos de comprar agua que viene de Hermosillo y que la venden en las tiendas, nos cuesta como 35 o 36 pesos y la otra, la de las purificadoras de aquí, cuesta como 15 pesos”, apuntó.
Elda manifestó que como madre de familia vive con una constante angustia porque se da cuenta que a muchos niños y jóvenes se les hace fácil y toman agua de la llave, lo cual, dijo, aunque en ese municipio hay una potabilizadora, cuando llueve llega a salir turbia y eso abona a la desconfianza.
“Me duele ver que muchos niños que andan jugando se prenden de las llaves, también hay mucha gente que ha dejado de comprar garrafones porque se cansó, porque es dinero que usan para comer”, puntualizó.
Sin duda alguna, la contaminación del Río Sonora es una situación que, aunque ocurrió hace seis años, todavía sigue afectando la salud y la economía de los habitantes de los municipios de Arizpe, Banámichi, Huépac, Aconchi, San Felipe, Baviácora y Ures, sobre todo ahora con la pandemia ocasionada por el coronavirus.
Por ello y para despejar cualquier duda, los afectados piden a las autoridades que realicen estudios que realmente demuestren que el agua que consumen está libre de la contaminación derramada por Grupo México.