En Guaymas no existe la inclusión; testimonios reflejan poca solidaridad con discapacitados

Sin respeto a espacios para discapacitados, sin rampas para la movilidad de personas en sillas de rueda, así como la apatía con las personas discapacitadas reflejan la nula inclusión existente en Guaymas.

GUAYMAS, SON.- En tiempos en que la palabra inclusión es bandera de una gran cantidad de discursos políticos, Guaymas no tiene la infraestructura para que las personas con discapacidad puedan desplazarse con seguridad, e incluso, quienes no tienen problemas de movilidad, también tienen que sortear obstáculos en las banquetas o bajar a la calle para caminar mejor.

“Tenemos años pidiendo lo mismo y nada quieren hacer ahí, pedimos pavimento o por lo menos raspado de la calle”, dijo la señora Rosa Herlinda Álvarez de la colonia El Rastro.

Por secuencias de la poliomielitis, hace más de 20 años tiene que utilizar una silla de ruedas y depende de su esposo para moverse, ya que las calles de su barrio no están adecuadas para que personas como ella puedan transitar.

Comentó que hace unos años el gobierno estatal le prometió ayudarla a construir una rampa en la entrada de su casa, pero solamente fueron a tomar medidas del área para nunca regresar, y que las peticiones al Ayuntamiento de Guaymas han sido en vano durante 25 años.

En la colonia 23 de marzo, su hermana gemela Rosalba Álvarez también está postrada en una silla desde hace un año, a raíz de que le amputaran una pierna y dice que prefiere no salir de su casa porque las calles están destrozadas y hay muy poca consideración con los discapacitados.

“Yo no salgo si no es con ayuda, va un taxi por mí, es un señor que conozco hace muchos años, el me ayuda, porque otros taxistas no nos suben, y en las calles, además de que las banquetas están rotas, hay pocas rampas, además un charquero de agua”, lamentó.

Se estima que en el municipio de Guaymas hay 3 mil 375 personas con alguna discapacidad, y los invidentes, los que utilizan sillas de ruedas y sus cuidadores, son quienes más sufren al no poder desplazarse en las calles por falta de condiciones dignas.

Rosa y Rosalba Álvarez (Foto: Claudia Alejandri/EXPRESO)

Hay que ser solidarios

Carlos Castro de 36 años de edad tiene un padecimiento congénito llamado espina bífida, desde los 11 años utiliza aparatos ortopédicos y tiene una vida productiva, pero si depende de su familia que lo lleva y lo recoge diariamente de su trabajo en el centro.

Vive en La Muralla (una colonia con calles inclinadas), su vida social es normal y tiene una vocación natural de servicio, indispensable para el lugar donde trabaja, que es el módulo de información turística.

Carlos señaló que hace falta mucha solidaridad con este sector de la población y con los adultos mayores, y que se debería iniciar con el arreglo de banquetas por parte de las autoridades, y el buen uso de los cajones de estacionamiento por los automovilistas.

“En ocasiones veo que los usan gentes que no tienen la necesidad, que pueden caminar bien, cuando yo veo a alguien en condiciones más graves que la mía les cedo el lugar porque hay que tener prioridades, también con las personas mayores, ahora hay más conciencia que antes, se va mejorando, pero si hace falta que se respete y que seamos más incluyentes en los trabajos, las banquetas que están deplorables para los invidentes, vemos a veces que en los bancos a dónde van los adultos mayores por su pensión no hay rampas, falta mucho que hacer”, dijo.

Carlos Castro (Foto: Claudia Alejandri)

Es todo el día y todos los días: Comerciantes

En un sondeo realizado con varios comerciantes y empleados de mostrador de la avenida Serdán, todos dijeron que ven a personas sanas usar los cajones azules con la justificación de que “van de rapidito”, y a pesar de que el monto de la sanción supera los 2 mil pesos, la sociedad no termina de entender.

“Fácil unos cuatro carros diarios se paran ahí, ayer agarraron a dos y los multaron, y hace tiempo una proveedora se paró a dejar una caja, así nomás la iba a bajar en menos de un minuto y en eso pasó una patrulla y la multaron, y hay otros que se quedan horas estacionados”, dijo la empleada de una tienda de artículos electrónicos.

El señor Fernando Ibarra tiene 35 años como dueño de una refaccionaria, y asegura que nunca ha visto respeto a los espacios, ni al cajón azul, ni a la franja roja que tiene para sus clientes, que a veces se van porque no hallan lugar, y apuntando con su mano a otra esquina pintada de azul, acusó a los clientes que se bajan a comer tacos en una carreta en la calle 15.

“Aquí afuera de mi negocio a veces duran dos tres días parados, y allá en el espacio azul no respetan, se van a los tacos o a hacer compras, es gente que no necesita, luego llega el que necesita y se para atrás y queda todo salido su carro”, detalló.

La misma situación viven en la farmacia de la avenida Serdán y calle 16, porque los clientes se bajan apurados por sus medicinas, y es un punto donde seguido los tránsitos “atrapan” infractores o por lo menos les llaman la atención, mientras que en la tienda de autoservicio contra esquina de Palacio Municipal, en la calle 23, el encargado tiene que estar al pendiente de lo que pasa tanto adentro como afuera, y al preguntarle si tiene un estimado del número de personas que usan el lugar, solo mueve la cabeza exclamando: “Es diario, es siempre y es a todas horas”.

(Foto: Claudia Alejandri/EXPRESO)