"La vida es 10 veces más difícil": Berenice vive en constante depresión

Desde los 6 años de edad, Berenice Ramírez ha vivido con problemas de depresión, en su adolescencia y juventud atravesó fuerte crisis que le llevaron incluso a pensar en quitarse la vida.

Tiene 25 años y constantemente lucha contra sus pensamientos suicidas, por lo cual ha recorrido a redes de apoyo sólidas, psicólogos, psiquiatras, y líneas institucionales de emergencias como 911, además de sus padres, hermana y amigos.

En el marco del Día Mundial de la Lucha contra la Depresión, que se conmemora este 13 de enero la joven originaria de Nogales, Sonora y egresada de la licenciatura de la Psicología de la Universidad de Sonora, compartió para EXPRESO su experiencia de vida.

“Las personas con depresión vivimos en una lucha constante con nosotros mismos, la vida es como diez veces más difícil que para el resto de las personas, somos personas que todos los días intentamos dar lo mejor de nosotros.  

Mitos y estigmas 

Hay muchos mitos y estigmas sobre lo que es tener depresión, creo realmente es muy importante visualizar lo que es enfrentar esta situación de la salud mental”, expresó.

Actualmente es un trastorno muy común y a veces no se le da la importancia que requiere porque muchos piensan que no es discapacitante y a veces se ve como una enfermedad fisiológica”, señaló.

Es fundamental dar información al respecto, no solo el día 13 de enero, sino de manera constante, para poder apoyar a quienes padecen este problema de salud.

“La depresión no tiene cura, al final de cuentas se aprende a vivir con ella, hay que buscar estrategias para sobrellevarla, las recaídas están presentes siempre, yo pienso que es algo que dura toda la vida con periodos menos fuerte que otros donde se desborda”, compartió.

Reiteró que es una forma muy difícil de vivir, es una carga y a veces no se sabe cómo funcionar, pues hay depresiones de alto funcionamiento y algunas que son totalmente incapacitantes.

Desde niña fue diferente 

“Yo siempre pensé que era una niña diferente a las demás, como que me sentía fuera de lugar, casi siempre triste y las cosas siempre me afectaba más que al restos de los niños”, recordó Berenice.

Siempre fue muy consciente y madura pero en ocasiones se desbordaba emocionalmente con llantos excesivos que no podía controlar y le impedían comunicarse por que optaba por aislarse de los demás, compartió.

“Casi no podía hacer amigos, y cuando tenía como 7 u 8 años me empecé  a dar 'atracones' de comida cuando me iba mal en la escuela o alguien me insultaba”, dijo.

Había un integrante de su familia que siempre le decía que no era normal, lo cual le causó curiosidad y entonces empezó a preguntarse qué era lo que le sucedía y buscó el soporte emocional de su abuela paterna.

Fue cuando su abuela decidió agendar por primera vez una cita con un psicólogo, recordó, tenía apenas 8 años de edad. 

“Acudimos mis papás y yo porque era menor de edad, ese fue el primer contacto que tuve con un psicólogo, pero en ese momento se abordó como algo relacionado a la convivencia familiar”, relató Berenice Ramírez.

No tuvo un diagnóstico en ese entonces y el problema persistió, por lo que ya en secundaria, cuando tenía alrededor de 12 años de edad, una trabajadora social la canalizó al Centro Integral de Salud Mental Cisame para obtener ayuda, contó en entrevista. 

A sus 25 años ha tenido un largo historial con especialistas de la salud mental, y aunque su vida académica ha sido más complicada que el resto de los estudiantes promedio, logró concluir su carrera profesional hace dos años.

Limitantes 

La depresión le ha afectado principalmente en el sueño, pues tiene periodos que duerme más de 13 horas al días porque su cuerpo no le responde, incluso esto le impedía convivir o hacer vida social como los demás.

“Cuando yo era estudiante me limitaba mucho la cuestión económica, pero no podía trabajar porque mi energía a veces no respondía, no podía rendir igual que otras personas”, comentó.  

Sin embargo, su depresión es considerada por los médicos como alto funcionamiento, es decir, obedece a una motivación intrínseca, lo cual le ayudó a enfocarse y concluir sus estudios.

“Me enfocaba en terminar la universidad y no le prestaba atención a otros aspectos de mi salud, entonces, cuando tenía que entregar un proyecto o trabajo lo hacía y cuando no había trabajos yo empezaba de nuevo a dormir las 13 horas”, detalló.

El haber estudiado Psicología fue fundamental para conocer más de su problema y buscar estrategias de autocuidado, consideró.

Hay muchas discrepancias, no hay un consenso a veces de cómo se manifiestan algunos síntomas, hay comorbilidad entre varios trastornos y otras situaciones de conducta.

“Cuando tenía 8 me dijeron una cosa, cuando tenía 12 me dijeron otra, entonces hay diferente diagnósticos y no hay una respuesta concreta, y la depresión vendría a ser un síntoma más de esta situación.

Las recaídas y pensamientos suicidas

La recaída más fuerte de su vida la tuvo el año pasado en el mes de marzo, por lo que recurrió de nuevo a terapia psicológica y someterse a tratamiento psiquiatrico con antidepresivos y antipsicóticos. 

Esta crisis tuvo como detonantes la muerte de su abuela materna, la falta de un empleo y la ruptura con su pareja sentimental después de 8 años de relación, precisó.

“Después entré a estudiar una maestría en el Colegio Sonora pero mi depresión me impedía rendir, pero tuve que tomar la decisión de desertar para poder enfocarme en mi salud”, enunció.

Sus crisis depresivas pueden suceder cada tres meses o incluso en semanas, las cuales llegan acompañadas con un sentimiento de tristeza muy profundo y pensamientos de muerte o suicidio.

“Puedes estar unos días tranquilas y después comenzar con las manifestaciones conductuales, es como mucha opresión en el pecho, no puedo dejar de llorar a veces, duermo más de trece horas y me quedo sin energías o ganas de comer”, explicó.   

Un grito de auxilio 

Desde su experiencia de vida, como paciente y no como psicóloga, Berenice pidió a quienes sufran problemas de depresión, buscar siempre ayuda y no temer a dar un grito de auxilio en situaciones extremas.

Hay que buscar el tratamiento externo profesional porque si con ayuda es muy difícil salir avante, sin apoyo sería imposible, aconsejó.

“No hay mejor manera de demostrar el amor que tenemos por nosotros mismos que cuidarse, sin expectativas de ser felices por siempre por que eso es momentáneo, sino enfocarse en buscar equilibrio y estabilidad emocional”, agregó.

Hay que acudir a las instancias e instituciones adecuadas para buscar ayudar, crear redes de apoyo sólidas que brinde protección y sobre todo crear un plan de emergencias para cuando las crisis no permitan pensar, puntualizó.