Eika, perrita que ayuda a niños en juzgados; proyecto ayuda a 528 menores

Este tipo de procedimiento comenzó en Madrid y parece que podría ser una nueva alternativa para los niños, niñas y adolescentes.

Declarar en un juzgado nunca es fácil, mucho menos para los niños, y muchísimo menos si tienen que declarar en contra de sus propios padres.

Por esto, cuando los menores traspasan la puerta del Juzgado de Violencia sobre la Mujer Número 1, de la calle Albarracín de Madrid y se encuentran con Eika, todo se vuelve más sencillo.

Eika es un labrador negro de nueve años que en el marco del proyecto "Perros de Apoyo a Menores en Juzgados" acompaña a niños y niñas que declaran como víctimas o testigos de diversos delitos.

El labrador espera al otro lado junto a su equipo, Dogtor Animal, empresa que lleva más de 10 años trabajando con perros de intervención psicológica que ayudan a niños con dificultades sensoriales, problemas neurológicos, exclusión social o víctimas de violencia.

"Recibimos a los menores y creamos un vínculo entre ellos y Eika a través de juegos", relata Saskia Van Liempt, trabajadora de Dogtor Animal.

Una vez que el menor se familiariza con el perro, coge una correa y Eika le guía a través del juzgado, pues de esa forma focalizan su atención en lo que el perro les está enseñando y suelen sentirse más tranquilos.

Eika, perrita que ayuda a niños en juzgados; proyecto ayuda a 528 menores

Eika es parte de proyecto "Perros de Apoyo a Menores en Juzgados". (Foto: Redes / EXPRESO)

Proyecto exitoso

 El proyecto "Perros de Apoyo a Menores en Juzgados" inició en 2014 y se han beneficiado 528 menores, quienes pudieron testificar y procesar sus entrevistas forenses en sedes judiciales de violencia de género, familia e instrucción.

Este servicio, no obstante, debe solicitarse previamente y estar autorizado por un juez. La familia del menor rellena un formulario que se entrega a la oficina de asistencia a víctimas de delitos para esperar su aprobación.

El impacto ha sido positivo en la población, pues los niños eligen contarle lo que han visto y vivido a un perro antes que al psicólogo, comenta Van Liempt.