Muere inocente vendedora de comida en atentado contra secretario

Gaby, de 26 años de edad, murió la mañana de este viernes dentro de su vehículo, víctima del ataque contra el secretario de Seguridad, Omar García Harfuch.

CIUDAD DE MÉXICO.- La familia de Gabriela y Tanya Gómez tenían 10 años vendiendo comida afuera del metro Auditorio en la Ciudad de México. Gaby, de 26 años de edad, murió esta mañana de este viernes dentro de su vehículo, víctima del ataque contra el secretario de Seguridad, Omar García Harfuch; su familia pide a las autoridades capitalinas y mexiquenses que los ayuden a trasladar el cuerpo hasta Xalatlaco de donde son oriundas.

En entrevista para EL UNIVERSAL, Máximo Jiménez, tío de las hermanas Gómez, explicó que hasta el momento ninguna autoridad se acercó a ellos para explicarles en qué momento les van a entregar el cuerpo de su sobrina, tampoco se han podido comunicar con José García, el esposo de Gabriela, quien permanece declarando ante el Ministerio Público.

Dijo que Tanya de 24 años de edad, fue atendida en la Cruz Roja de Polanco, donde ya la operaron y se encuentra estable de salud, pero insistió en que lo más preocupante para esta familia es saber el horario en que podrán recibir los restos de su sobrina y cómo podrán trasladarla a su casa, donde quieren velarla de cuerpo completo.

"Nosotros ya nos retiramos de Reforma, unos vamos a regresar a Xalatlaco mientras otros seguimos a la espera de saber qué pasará con nuestros familiares. Lo que estamos pidiendo a la jefa de gobierno, Claudia Sheinbaum o el presidente municipal de Xalatlaco (René Reza) es que nos ayuden con una carroza para poder trasladar el cuerpo de Gaby, porque la queremos llevar al pueblo, pero la queremos de cuerpo completo", explicó.

Rosa, hermana menor de Tanya y Gabriela, platicó que son habitantes de la comunidad de El Potrero, Gaby era la hermana de en medio, son cuatro mujeres y dos hombres. Durante 10 años viajó cada madrugada a la Ciudad de México, donde vendía antojitos mexicanos, pues era el sustento para sus dos hijas que tienen tres y nueve años de edad.

"Somos cristianos y nuestra religión no nos permite la incineración, por eso pedimos que nos entreguen su cuerpo completo. Nosotros necesitamos apoyo de todo, económicamente, nosotros somos de bajos recursos, no tenemos nada ni papá ni mamá. Somos solos, el único que nos ha ayudado es mi tío Max, porque no sabemos de nada", lamentó Rosa.