Mary tenía varios trabajos para pagar la carrera de enfermería, era su sueño; el Covid la venció

A finales de 2019 en ves de comprar ropa de otro estilo, María Luisa se compró un suéter verde, como el que utilizan enfermeras del IMSS, porque era su sueño trabajar en esa dependencia. 

HERMOSILLO, SON.- A finales de 2019 en ves de comprar ropa de otro estilo, María Luisa se compró un suéter verde, como el que utilizan enfermeras del IMSS, porque era su sueño trabajar en esa dependencia.

En abril del 2020, su deseo se cumplió. Sin embargo, la joven de 29 años ya no alcanzó a portar su verdadero uniforme. 

Mientras estudiaba para presentar su examen de conocimiento general y tenía varios trabajos para titularse en la Escuela Nacional de Enfermería y Obstetricia de la UNAM, Mary, como le decían de cariño su familia y amigos, buscaba trabajo, pero de ningún lado la llamaban, cuenta en entrevista su hermana Gloria. Había cumplido los requisitos de titulación, entre ellos, su servicio social en el Hospital Materno Infantil en la alcaldía Magdalena Contreras, donde pasó 100 horas en la atención a partos. Por eso quería especializarse en neonatos.

Desde muy pequeña, quería ser médico pediatra, pero un primo suyo tuvo un accidente y ella estuvo pendiente de sus cuidados. “Decía que vio cómo la enfermera lo lastimó mucho y le ordenaba ‘aguántate’. Observó que no era muy humanitario el trato y pensó que no se debía tratar mal al paciente para que no se sintiera peor”, dice Gloria.

Fue cuando cambió la idea y decidió ser enfermera. “Se convenció de que la enfermería es para los cuidados de los enfermos, darles sus medicamentos, bañarlos y que en un 70% es lo que les ayuda a curarse”.

Hace casi un año, un tío de ella, investigador del Centro Médico Nacional Siglo XXI le contó que se abrió una convocatoria para contratar enfermeras del IMSS y emocionada envió su solicitud, en aquel entonces, el Covid ya estaba causando estragos en Europa y se preparaban para atender lo peor.

A finales de enero del 2020, Mary recibió una llamada de personal del IMSS para que se presentara. “¡Manitas, manitas, miren, me llegó el correo! Nos contó muy emocionada”, recuerda su hermana.

Fue sometida a exámenes de conocimiento y estudios de salud y fue aceptada para laborar en el SXXI. No sabía si la mandarían al “Área Covid”, pero “estaba muy contenta, muy emocionada; sí estaba algo temerosa, pero se armó de valor” y comenzó a juntar su propio equipo de protección, además del que le darían en el hospital.

Tras algunos cursos que realizó vía internet comenzó a laborar en en abril en el área de pacientes con SARsCov-2. Para entonces, en la Ciudad de México la cifra de personas contagiadas y fallecidas iba en aumento.

Para el 24 de agosto "Mary" comentó con sus familiares que no se sentía bien, por lo que además de dolor comenzó con fiebre y fue revisada y le aplicaron prueba PCR, además la aislaron.

Días después, le dieron el resultado positivo. “Entró como en crisis de ansiedad, llamó a Locatel, gritaba y lloraba muy fuerte, habló como una hora con el psicólogo. Luego la temperatura le subió a 38.5 grados y la noche del domingo ya no podía respirar”, relata Gloria.

En los días siguientes, su jefa la citó en el hospital, dijo que ahí la atenderían sus propios compañeros. Así lo hizo el 1 de septiembre. Entonces, le tomaron otra placa y los resultados fueron aterradores: daño pulmonar en el 80% de su pulmón izquierdo. Debían intubarla.

“A los tres días, su compañera nos pidió su teléfono celular para estar más en contacto con ella. La tenían boca abajo, con la cadera al aire. Le pusieron un respirador no invasivo y más o menos reaccionaba, pero no lo suficiente”, recuerda su hermana. En el hospital pidieron a su familia conseguir un medicamento más potente que no había en el Instituto y que solo encontraron en Guadalajara.

El viernes 11 de septiembre, luego de rechazar al menos tres veces la intubación, Mary se sinceró con su familia en un chat: “ya me empiezo a sentir cansada, la verdad. No les voy a mentir. Voy a estar sedada. No me va a doler nada. El reporte se lo pueden pedir a la jefa Sofi”. La tarde siguiente, antes de que la sedaran por completo para colocarle el respirador, la joven recibió una videollamada de su familia: “le dijimos que la amábamos. Ella le dijo a mi mamá que no quería que llorara y que nos veíamos en unos días”.

Pasaron 24 horas y no había reacción de mejoría. Su nivel de oxigenación estaba en 40% y tenía solo 10% de probabilidades de sobrevivir, pues ya tenía una falla orgánica de riñones, pulmones y corazón. Su familia y amigos hicieron una cadena de oración por ella.

El lunes 14 de septiembre, a las 10:34 horas, recibieron la noticia que nadie quería escuchar: “Mary ya se fue”. Gloria recuerda: “Sus compañeras querían que supiéramos que hicieron todo por ella, que en ningún momento la dejaron sola. En el hospital la despidieron como héroe y le hicieron una valla camino al área de Patología”.