Viven entre penurias

Cada día, los residentes del asentamiento irregular se dedican a la pepena para subsistir.

HERMOSILLO, SON.- Fermín González Gaxiola, titular de Sindicatura Municipal, estimó que en Hermosillo existen alrededor de 40 invasiones donde miles de familias se encuentran asentadas de manera irregular en predios pertenecientes a particulares o al mismo Ayuntamiento.

Es común que en ellos exista la falta de servicios de drenaje, agua potable y energía eléctrica, así como la inseguridad entre los mismos habitantes de la comunidad; todo esto sumado a la posibilidad latente de ser reubicados, lo que preocupa a sus habitantes.

Entre todas esas carencias y riesgos, quienes viven en la invasión Guayacán se sostienen como pueden.

Algunos se dedican a pepenar entre los montones de basura que las personas acarrean desde otros puntos de la ciudad.

Otros mantienen empleos más formales, aunque los recursos no sean suficientes.

Incluso hay quienes no tienen trabajo, pero aman lo ajeno.

Ubicados al Norte de la ciudad, al final de la calle Olivares, junto a las colonias Lomas del Norte, Nuevo Horizonte y 4 de Marzo, desde hace aproximadamente 20 años, los habitantes de la Guayacán esperan regularizar su situación, aunque hasta el momento sigue sin cumplirse.

Concepción Patricia Bedoy Lares llegó a la invasión desde hace más de un año y espera que sus condiciones de vida mejoren.

Siendo madre de cuatro niños menores de 13 años, señala que la comunidad se encuentra sumida en serios problemas, pero el más preocupante es el de las drogas, por lo que busca una iniciativa con la cual romper el círculo vicioso.

“Aquí hay muchas carencias, pero la verdad, lo primero, es la drogadicción”, comentó para EXPRESO, “hay muchos muchachitos, señores, que están muy involucrados en la droga. Entonces queremos darles la mano para ayudarlos, rescatarlos de todo esto. […] Creemos que mucha gente sí quiere, pero que simplemente no se la cree”.

Bedoy Lares agregó que la exclusión de la comunidad es palpable, pues solamente las viviendas de la Calle Tres –la cual separa la invasión de las otras colonias– son las que cuentan con agua potable, mientras que las otras casas de cartón y lámina ubicadas un par de calles arriba, no tienen nada.

Agregó que el año pasado, entre ella y su hermana, quien es presidenta del comité de vecinos, levantaron una especie de censo donde contaron alrededor de 30 familias, pues las autoridades entregarían láminas y despensas como parte de un programa que hasta la fecha no ha sido cumplido.

Además, la cantidad de basura y escombro que abunda entre las calles donde viven los habitantes de la Guayacán, también es resultado de las actividades de terceros que nada tienen que ver la comunidad.

“Viene gente de otros lados y tiran basura aquí. En una ocasión vimos a un Súper que viene tres veces por semana a tirar basura, la llevan para atrás y las queman. Gente de abajo, tira escombro, tira basura, ramas. Les decimos que no, pero tampoco nos hacen caso”, denunció.

Viven sin agua potable.

Una pipa de Agua de Hermosillo pasa al menos dos días por semana para abastecerlos del recurso hídrico.

Sin energía eléctrica, los postes hechizos se asoman entre las casas, con cables conectados con “diablitos” a otros postes para tener servicio, aunque sea el necesario para encender un abanico durante el verano.

Jaquelín Caro, con 10 años viviendo en la Guayacán, aseguró que el problema con la energía eléctrica es de los más difíciles en tiempos de verano, aunque pudo conectarse al servicio de energía hace poco tiempo.

“Desde hace apenas como un año que me conecté con una señora que ya me está dando luz. Ya me levanta el refrigerador. Pero no tenía ni refrigerador ni cooler tampoco”, señaló “no me levantaba nada. Con trabajo un foco y un abanico si acaso. O apagaba el foco y tenía que prender el abanico o apagaba el foco y prendía la tele y así estaba”.

Puntualizó que no hay un lugar recreativo, un parque para niños o un espacio donde poder despejarse.

Solamente están rodeados de basura, cables colgantes entre postes de madera, montones de escombro y llantas donde las enfermedades pueden proliferar, calles sin pavimento y maleza.

Así es la vida en los márgenes de la urbe.

EXP/VM/EV/MAR/2020