José Francisco: 28 años de labor y heroísmo
El capricho de conducir un vehículo cisterna tipo tráiler y tener un tío bombero motivaron a José Francisco a integrarse a los Bomberos de Hermosillo a los 16 años.
HERMOSILLO, SON.- El capricho de conducir un vehículo cisterna tipo tráiler, y el que su tío fuera bombero, fue lo que motivó a José Francisco Grijalva Ibarra a integrarse al Departamento de Bomberos de Hermosillo, siendo apenas un joven de 16 años de edad.
Fue el 11 julio de 1992, cuando Grijalva Ibarra, siendo un estudiante de preparatoria, y con la fija mirada en conducir un vehículo que su padre no le quiso prestar, se acercó al Departamento de Bomberos y causó alta como parte del servicio social, a donde un año más tarde ingresaría como bombero remunerado.
“Mi padre trabajaba en Servicios Públicos, era chofer, él siempre me prestaba todos los camiones que conducía, los troques. En un tiempo le tocó conducir una cisterna de aquí de Bomberos, era un tráiler, yo tenía 15 años, le decía que me lo prestara para ayudarle, ese fue el único carro que no me quiso prestar, entonces fue como cierto capricho, le dije, ese camión yo lo voy a mover, lo voy a manejar, y fue así que me acerqué a Bomberos para cumplir con mi servicio social”, recuerda Grijalva Ibarra.
Explicó que, al ingresar, esa unidad que lo motivó, ya estaba fuera de servicio, pero trabajó para ponerla de nuevo en funcionamiento, y un día llegó conduciéndolo a su domicilio, después de algunos años de que su padre no se lo quiso prestar.
Actualmente, José Francisco, con 28 años de carrera como bombero, tiene el grado de Oficial, y es encargado de turno con 40 elementos a su mando en seis estaciones.
“Es una responsabilidad, muy, muy pesada a veces, tal vez las actividades físicas a este nivel no son tantas, no es de que voy agarrar una manguera, pero la responsabilidad es otra, la atención de los servicios, que todo sea en tiempo y forma, que los camiones estén en condiciones, que no falte combustible, aguas, aires, que cuando esté en la atención de un servicio llegue hasta ese límite que no pase a mayores el servicio, el cuidar de la población, pero sobre todo lograr que los compañeros regresen con bien con sus familias, eso pesa, es una carga que traemos”, puntualizó.
Indicó que, para su esposa e hijos, es un hombre normal, un trabajo normal, porque antes de casarse ya era bombero, y que sin duda siempre se han sentido orgullosos de su labor, pero recuerda que para quienes fue más difícil el que se convirtiera en bombero fue para sus padres.
“Mi esposa me conoció siendo bombero, mis hijos nacieron cuando yo tenía 5 o 6 años de bombero, para ellos es normal, mis padres sí fueron los que dijeron '¡pero cómo que vas a ser bombero!', pero siempre me apoyaron".
Durante sus 28 años de servicio, Grijalva Ibarra ha vivido un sinfín de anécdotas, algunas buenas y otras malas, asegurando que lo más satisfactorio es cuando se puede ayudar a la población, salvar la vida de alguna persona, pero, sobre todo, lograr que sus compañeros regresen a casa sanos y salvos.
De lo malo, el oficial recuerda los servicios en los que se ven involucrado menores, los trabajos más difíciles de atender para él, pero la muerte de su compañero Juan Ibarra, quien murió en el volcamiento de una bombera, cuando acudía a atender un llamado, y el accidente de Carlos Estandarte, durante una capacitación, hecho que lo deja sin movilidad en las piernas, son sucesos que lo marcaron de manera muy fuerte.
Grijalva Ibarra está a dos años de su jubilación del Departamento de Bomberos de Hermosillo, y sabe que tras de él vienen otras generaciones, a la cuales recomienda siempre hacer lo mejor que se pueda en el trabajo, tenerle amor a Bomberos, ponerse la camiseta, y mantener ese cariño y respeto que los ciudadanos tienen a los hombres y mujeres que a diario se hablan de tú con el fuego.