La historia de Pancho Villa y los tacos convergen en este negocio

Este comercio que inició en 2016 lleva por nombre al jefe de la Revolución Mexicana, Francisco 'Pancho' Villa, el cual le ha traído hasta sus manos una serie de objetos de este histórico personaje.

Alejandro Amparano Moreno fundó la taquearía Pancho Villa en 2016, y desde entonces, sus clientes le han obsequiado diversos objetos que recuerdan al revolucionario mexicano, convirtiendo el lugar en un improvisado museo que mantiene viva la memoria de esta figura histórica.

Los comensales preguntan a menudo sobre la historia de este lugar, aunque esta es muy simple, menciona Amparano Moreno.

“Yo pienso que en Chihuahua debe ser un héroe Pancho Villa, porque cuando viene gente de allá, se emocionan mucho y me preguntan por qué el nombre y yo les digo que por la avenida”, compartió entre risas.

Sin embargo, a partir de ello, se ha generado una comunidad, pues una gran cantidad de clientes han regresado con obsequios. El más significativo para Alejandro es un retrato del revolucionario que fue capturado por Agustín Víctor Casasola, el famoso periodista, fotógrafo, diplomático y pintor mexicano.

La historia de Pancho Villa y los tacos convergen en este negocio

Entre su colección también se encuentran ejemplares del suplemento periodístico Siete Leguas, algunos de ellos datan de 1920. 

En una de las páginas se narran algunos de los pasatiempos de Francisco Villa durante sus visitas a Parral, Chihuahua: “Juega rebote en el Frontón del Barrio de Guanajuato, deporte que le apasiona”.

La historia de Pancho Villa y los tacos convergen en este negocio

No obstante, la clientela local, comparte Alejandro, tiene otras visiones sobre el afamado revolucionario.

“Aquí en Sonora mucha gente no lo quiere por algunas cosas que hizo, pero sí se habla de él durante la comida y sí hay aceptación”, dijo.

La historia de Pancho Villa y los tacos convergen en este negocio

La nostalgia y la historia que se vive en el lugar se conforma también por el inmueble que lo alberga. La vitrina que protege al Siete Leguas perteneció a la tía abuela de Alejandro, Catalina Moreno Ruiz, quien solía vivir donde hoy es la Casona de Xochimilco. Las plantas que rodean las mesas recuerdan a los tiempos en que fue la casa familiar.

El inmueble también evoca sentimientos, ya que cuando la casa fue adquirida por sus abuelos en 1953, estaba construida de adobe y vigas de carrizo, además de que mantienen un horno de leña para preparar de manera tradicional los platillos para los tacos de cabeza, chicharrón y barbacoa. 

“El horno le da un sabor especial”, asegura Alejandro.

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