Internado Cruz Gálvez, hacedora de hombres y mujeres íntegros
Proyectada a inicios del siglo pasado como una escuela de Artes y Oficios para los huérfanos, hijos de los militares muertos en campaña, en cumplimiento de su deber, hoy se mantiene en pie como una institución histórica.
Con más de un siglo de fundación, el Internado Coronel J. Cruz Gálvez es un emblema de la capital sonorense, y se ha convertido en unos de los edificios con mayor antigüedad con un gran misticismo para los hermosillenses.
Está ubicado sobre la calle Revolución de la colonia Centro, es un espacio digno donde actualmente más de 100 niños tienen la oportunidad de recibir educación primaria y prepararse para trascender en la vida.
La historia de su fundación data desde el año de 1915 en la época de Plutarco Elías Calles, gobernador y comandante militar de Sonora, quien decretó la fundación en Hermosillo de una escuela de Artes y Oficios para los huérfanos, hijos de los militares muertos en campaña, en cumplimiento de su deber, y que en un principio se llamaría “Francisco I. Madero”.
Sin embargo, fueron dos los internados creados con el mismo nombre y decreto, uno femenil y otro varonil, recordó el cronista de Hermosillo, Ignacio Lagarda Lagarda.
La primera escuela de este tipo comenzó a funcionar con la atención de diez niñas el 8 de abril de 1916 bajo el nombre “Escuela e Internado para Niñas Coronel J. Cruz Gálvez”; ubicada en el edificio del antiguo Seminario Conciliar, en la calle Don Luis (Serdán) número 12, esquina con la Yáñez.
“Tiempo atrás, Elías Calles había hecho un pacto con el coronel José Cruz Gálvez de erigir un albergue de este tipo y entre lo acordado estaba ponerle el nombre del primero de ellos que falleciera. El destino quiso que el que falleciera fuera Cruz Gálvez”, relató el cronista de la ciudad, Ignacio Lagarda Lagarda.
Instalada ya la Escuela e Internado para Niñas Coronel J. Cruz Gálvez, el General Elías Calles lanzó una convocatoria a los sonorenses denominada “Por la Redención de la Raza”, donde les solicitaba la cooperación con el propósito de la recolección de fondos para la construcción de la Escuela de Artes y Oficios para Varones Coronel José Cruz Gálvez.
Reúnen fondos entre la comunidad
La respuesta fue inmediata y se obtuvieron 205 mil pesos para el inicio de la obra, por lo que en marzo de 1917 se lanzó otra convocatoria para concursar el proyecto de construcción del edificio de la Escuela Cruz Gálvez.
La convocatoria señalaba que el edificio debería ser de un piso, tener capacidad para albergar a unos mil alumnos y con un presupuesto de alrededor de 50 mil pesos, comentó el historiador y geólogo.
El proyecto ganador sería premiado con 500 pesos y fue el ingeniero Luis Arturo Romo quien obtuvo esa distinción.
El conjunto arquitectónico constaba de ocho pabellones con capacidad para 500 alumnos, en los que se instalaron los departamentos de clases y oficios; comedor, cocinas, bodegas, dormitorios, baños, enfermería, talleres mecánicos, de calzado y de artes gráficas, además de jardines y campos para juegos.
Filosofía del proyecto
En el “Decreto número 12” emitido por el gobernador Plutarco Elías Calles a favor de los niños huérfanos. Sonora en 1917, se lee:
“Hace menos de dos años, en 1915, fundé la Escuela de Artes y Oficios para Huérfanos impulsándome a ello a las repetidas observaciones que al correr los distintos puntos del estado pude recoger en cuanto el número verdaderamente crecido de niños huérfanos y abandonados que encontré en casi todos los lugares.
“Concebí así la idea de crear un asilo que, además de arrebatar a la indigencia y sin duda a la corrupción a aquellos seres infelices e inocentes, pudiera convertirlos en elementos de orden y progreso […], más tarde […], aptos para el trabajo y moralmente fuertes y sanos.
“Los éxitos y fracasos que tengan en las escuelas Cruz Gálvez los considero como míos, y gozaré con los primeros y sufriré con los segundos”.
En 1919 la Cruz Gálvez se inauguró formalmente.
Imponente inmueble
Sonorenses y fuereños admiraron las sólidas construcciones de ladrillo rojo con pisos de concreto en las que se alojaban dormitorios, comedor y talleres de artes gráficas, talabartería y zapatería que rodeaban un amplio patio central destinado a campos de juegos y maniobras militares, compartió Lagarda Lagarda.
Manos a la obra
Colaboraron en su construcción los maestros de obras: Don Luis Petterson, Severiano Ibarra Limón y Manuel Ramírez.
Juan Antonio Ibarra, hijo del maestro de obras Severiano Ibarra Limón, en un artículo que lleva por nombre “La Escuela Cruz Gálvez” escribió:
"De aquel inhóspito erial, la inteligencia y habilidad del artesano y obrero sonorense, surgió la gran obra en 1919; seria y funcional escuela, con talleres, almacenes, maquinaria, alberca, cocina, enfermería, gimnasio, patios y jardines, ocupando todo el conjunto una superficie de 5 hectáreas. Tiene ocho pabellones con capacidad para 500 alumnos cada uno, talleres de calzado con capacidad de elaboración de 400 pares diarios que se venden en todo el Estado".
Beneficio para cientos de niños
“Desde que las diferentes áreas del internado estuvieron listas, el número de alumnos siempre osciló entre 300 y 400, niños de 4 a 16 años recibían instrucción elemental y capacitación para algún oficio, pero también recibían educación general, música y educación militar.
Las niñas, además, tomaban las clases “propias de su sexo” como corte y costura, lavado y planchado”, relató el historiador.
Para 1925, el Gobierno empezó a descuidar la Escuela Cruz Gálvez; la Secretaría de Educación Pública (SEP), a través del Departamento de Enseñanza Técnica, Industrial y Comercial (DTIC), se hizo cargo de ella, precisó.
Entonces se dictaron nuevas medidas para mejorar la higiene y la enfermería, reparación de dormitorios, colocación de bombas de agua, reinstalación de talleres de zapatería, imprenta y lavandería y se desempacó la maquinaria de carpintería que aún se encontraba embodegada, resumió.
Cuatro años después se logró recuperar su calidad de “Escuela Modelo”, prácticamente auto sustentable, gracias a la producción que se lograba en sus talleres, detalló.
En 1926 se anunciaba como Escuela Industrial “Cruz Gálvez” para varones localizada en la prolongación norte de la calle Rosales, ofreciendo los talleres de artes gráficas, carpintería, ebanistería, fábrica de calzado, lavandería a vapor, panadería y taller mecánico, con maquinaria moderna, competente personal obrero, prontitud y esmero, presupuestos gratis y precios sin competencia.
Para entonces la escuela ofrecía cursos de enseñanza primaria, carpintería, imprenta, mecánica, telegrafía y zapatería a los varones y enseñanza primaria, corte y confección, economía doméstica, inglés y puericultura a las niñas.
En 1936 la escuela formó parte del naciente Instituto Politécnico Nacional (IPN) como escuela Prevocacional, Industrial y Comercial.
El 1 de septiembre de 1937, bajo el gobierno del general Román Yocupicio, y por órdenes del presidente Lázaro Cárdenas, tras las reparaciones y adaptaciones necesarias al edificio, la escuela se convirtió en la Escuela Industrial Hijos del Ejército No. 7, funcionando al mismo tiempo como escuela pública prevocacional, dijo el historiador.
En 1941 la escuela dejó de pertenecer al IPN y pasó a depender del Departamento de Educación Superior Técnica de la SEP, aseveró.
De 1942 a 1944, la Cruz Gálvez se incorpora al Departamento de Internados de la Secretaría de Educación Pública, con el número 7.
Trágico acontecimiento
El 24 de enero del año 1949 sucedió una terrible tragedia que provocó una gran consternación en la sociedad hermosillense, cuando cinco alumnos de la escuela murieron al estallarles una antigua granada que habían encontrado enterrada en la parte posterior del edificio y por curiosidad estaban manipulando.
Las víctimas fueron Juan Mendía, Benjamín Lugo, José María Valdez, Abelardo Vidal y Félix Lara.
Generadora de grandes personajes
Alumnos de esta escuela fueron Samuel Ocaña García, gobernador del estado (1979-1985) y originario de Arivechi, Sonora; los diputados locales Sergio Lugo Mendívil, originario de San Bernardo, Álamos, Sonora, y José Guadalupe Curiel, originario de Navojoa, Sonora.
“De igual forma José Abraham Mendívil; el tres veces diputado y secretario de Finanzas y Administración de la CTM en Sonora y el dirigente obrero Víctor Raúl Burton Trejo, quien agradece haber llegado al Internado, pues él se graduó como telegrafista y herrero, oficios con los que pudo sostener a su familia”, afirmó el también catedrático.
También recibió educación en este recinto Eleazar Méndez que fue un Almirante que ocupó altos cargos en la Marina, el profesor y ex secretario de Educación Ernesto López Riesgo; el coronel Enrique Lendo, quien llegó a ser director de Banjercito; y Eradio Burruel Tánori, expelotero que enfundó el uniforme de Los Naranjeros de Hermosillo e integrante del Salón de la Fama del Beisbol, agregó Lagarda Lagarda.