El estigma sufrido de los ‘Hijos de Nadie’

Las personas en situación de calle se definen a sí mismos como “Hijos de Nadie” al momento de interiorizar el estigma social que sostiene la sociedad hacia ellos.

HERMOSILLO, SON. - Las personas en situación de calle
se definen a sí mismos como “Hijos de Nadie” al momento de interiorizar el estigma social que sostiene la sociedad hacia ellos, una exclusión que impacta de manera psicológica y afecta su calidad de vida, afirmó Jennyfer Quintero Beltrán, investigadora egresada de la Maestría en Ciencias Sociales de la Universidad de Sonora.De esa manera, la académica destaca que el hecho de que las personas sin hogar adopten este estigma, trae consigo una serie de afectaciones en su identidad al sentirse rezagados, excluidos, invisibilizados y rotundamente solitarios en un mundo que los margina a su suerte. Foto: Jennyfer Quintero BeltránPor ello, en su estudio “ Modelo de Investigación para la Comprensión Holística de las Personas en Situación de Calle en la Ciudad de Hermosillo”, la investigadora retoma el concepto de “estigma social”, acuñado por el sociólogo canadiense Erving Goffman en 1963, quien definió que este nace a partir de los atributos físicos indeseables en una persona y/o en un grupo de la sociedad, relacionados con defectos de carácter, pensamientos expresados, así como prácticas, conductas y comportamientos.

El adoptar este estigma: Hijos de Nadie, conlleva el significarse como una persona excluida, discriminada, incomprendida. Esto en materia de cómo los otros llegan a comportarse con él o a tener ciertas conductas hacia él que tienden a rezagarlos aún más”, señala.

Foto: Jennyfer Quintero Beltrán
Esta cuestión puede provocar que el individuo pierda autonomía en el logro de sus planes de vida, experimente una disminución en su autoestima, se aísle socialmente o adopte conductas de autodaño, cayendo en el uso excesivo de drogas, o incluso, llegando a atentar contra su propia vida, pues el maltrato hacia sí mismo se expresa tanto física como psicológicamente.Asimismo, Quintero Beltrán detalla que un ejemplo de estigma sucede cuando a una persona en situación de calle se le rechaza una solicitud de empleo por su condición debido a los prejuicios y estereotipos negativos hacia la gente sin hogar. Foto: Jennyfer Quintero Beltrán

Sin embargo, eso no es todo pues “no es solo al pedir un empleo, sino que incluso es que cuando ellos tienen dinero como cualquier otro y se acercan a un puesto para querer comprar comida, llegan a ser corridos del lugar, porque causan indignación en los domiciliados y estos los expulsan de ciertos lugares”, menciona.

Por consecuencia, el estigma se manifiesta no solamente en el hecho de que sean excluidos o discriminados, sino que también las personas en situación de calle aprenden a no acercarse a los demás o no querer acudir a los lugares que los demás sí frecuentan, esto como una conducta de autoprotección.Discriminación sistemática.

“Cuando hablamos de Derechos Humanos ellos quedan a la suerte de los domiciliados, por así decirlo, porque ellos no se atreven a pelear o luchar por los derechos que a ellos les corresponden. Para empezar, generalmente, ellos desconocen que tengan algún derecho como ciudadanos”, dice.

Foto: Jennyfer Quintero Beltrán
Mientras tanto, durante su investigación se percató que instancias como la Comisión Estatal de los Derechos Humanos solamente atendían casos de personas sin hogar que se presentaban ante la institución.Por otra parte, recordó que existe un sector de la ciudadanía que siente aberración hacia las personas en situación de calle , habiendo casos de agresiones hasta fatales contra las personas que viven sin techo, a lo que la investigadora comentó que en Sonora no existe un protocolos que validen estos casos como crímenes de odio, lo cual habla de que las personas en situación de calle son invisibilizadas de un trato digno.

¿Qué tienen que hacer las instituciones gubernamentales o los servidores públicos? Pues salir a las calles a tomar en cuenta las experiencias e intentar comprender la vida de las personas en situación de calle para que estos tengan la confianza de comentar las atrocidades de las que estos han sido objeto de ciudadanos que cometen delitos de odio”, afirma Quintero Beltrán.

Foto: Jennyfer Quintero Beltrán
A decir de la académica, es necesario combatir el estigma, lo cual implica evitar juzgar con base a prejuicios o creencias infundadas para lo que se vuelve necesario partir del trato de persona a persona entre ciudadanos que tienen hogar y quienes viven en situación de calle.

“Los domiciliados tienen el gran reto de comprender que la diferencia más grande entre ellos y los sin techo, es que los sin hogar experimentan exclusión, experimentan prejuicios, estereotipos y las mismas carencias económicas que la situación de calle impone. Esa es la gran diferencia, más ambos son personas”, puntualizó.