¿Ya los asustó ‘Ricky riquín canallín’?
¿Ya los asustó ‘Ricky riquín canallín’?, escribe @SGarciaSoto en #SerpientesYEscaleras.
Más de un año después de que Ricardo Anaya Cortés anunciara su intención de buscar de nueva cuenta la candidatura presidencial de su partido en 2024 y que comenzara a recorrer el país y a subir videos a las redes sociales criticando y cuestionando los problemas nacionales y el actuar de este Gobierno, el presidente López Obrador decidió responderle al político panista que fue su principal rival en la contienda de 2018 y que, al parecer, vuelve a ser visto desde Palacio Nacional como un contrincante "de cuidado", tanto que ahora buscan descarrilarlo con una investigación judicial que lo vincula a los sobornos del caso Odebrecht.
El último video de Ricardo Anaya, subido el sábado pasado a las redes, y en el que denuncia que el Gobierno de "López Obrador me quiere meter a la cárcel" y anuncia que ante el riesgo de ser detenido por las acusaciones de "testigos balines" que lo involucraron en el caso Odebrecht salió del país y estará fuera del mismo "por un tiempo", mereció, a diferencia de videos anteriores, una respuesta inmediata del Presidente, quien negó tener nada que ver con las investigaciones de la Fiscalía General de la República contra el panista, y le pidió que "si es inocente se defienda con pruebas y que no se ampare ni huya".
¿Por qué un año después López Obrador decidió que uno más de los videos de Anaya sí ameritaban respuesta y no todos los anteriores? Porque el movimiento del excandidato presidencial panista tiene que ver claramente con la sucesión presidencial de 2024 y, al enterarse, por filtraciones desde la misma FGR, que están por activarse carpetas judiciales en su contra por delitos como cohecho, operaciones con recursos de procedencia ilícita y enriquecimiento ilícito, entre otros, el aspirante del PAN a la Presidencia supo que podrían detenerlo y encarcelarlo y que eso ocurriría con el total conocimiento y el beneplácito del inquilino de Palacio que sigue siendo quien manda realmente en la Fiscalía de la República.
Mientras Anaya leyó bien la jugada y trazó su estrategia de salir del país acusando una "persecución política" en su contra para descarrilar su proyecto, en Palacio Nacional dejaron ver que le tienen miedo a un contendiente que saben que puede crecer y que preferirían eliminar anticipadamente.
A estas alturas y después de haber visto cómo en infinidad de investigaciones, denuncias y carpetas judiciales, la Fiscalía siempre está plegada y subordinada a los designios presidenciales, ya nadie cree en el discurso de que la Fiscalía e incluso el Poder Judicial se conducen con autonomía, y mucho menos en las palabras y juramentos presidenciales de que "no cree en la venganza" y de que "ya no es el tiempo de antes porque puede haber políticos presos, pero no presos políticos". Está muy claro, y si no que se lo pregunten a Rosario Robles, que la FGR y aún algunos jueces de consigna, son totalmente capaces de detener, encarcelar y mantener a cualquiera que les ordenen con motivaciones más políticas que judiciales.
Podría decirse que Anaya arrancó su anticipada carrera de tres años rumbo a la Presidencia en septiembre de 2020 sin mayor pena ni gloria, pero casi un año después, una investigación de la FGR en su contra y una respuesta reveladora del Presidente, que lo volteó a ver, le dieron el impulso y la visibilidad que le estaban faltando para convertirse, por segunda vez, en el rival político al que López Obrador bautizó sarcásticamente como "Ricky riquín canallín" en la campaña de 2018, y que se le volverá a aparecer en 2024.