¿Rebelión empresarial contra el Presidente?
¿Rebelión empresarial contra el Presidente?, escribe Salvador García Soto en #SerpientesYEscaleras
En las cámaras empresariales del país hay un clima de rebelión por la falta de apoyo del presidente Andrés Manuel López Obrador, que se niega a apoyar fiscalmente a las empresas pequeñas y medianas para enfrentar la crisis económica que dejará el coronavirus.
En organismos como el Consejo Coordinador Empresarial (CCE), la ira en estos momentos no es sólo contra el gobierno federal por el “abandono” a los principales generadores de empleo, sino también contra sus dirigentes nacionales a los que acusan de “agachones” y de no exigirle al presidente que entienda que no quieren un rescate empresarial, sino un plan urgente de protección al empleo.
En un chat privado en el que se comunican los empresarios del CCE el lunes circularon fuertes reclamos contra el dirigente nacional del organismo Carlos Salazar, quien, según algunos participantes en ese grupo, estuvo respondiendo y capoteando los mensajes iracundos de varios dirigentes estatales que le reprochaban “tibieza” ante la bofetada que recibieron del presidente en su mensaje del domingo pasado, en donde nunca tomó en cuenta las propuestas y peticiones del empresariado.
Ante ese clima en las cámaras empresariales y los organismos cúpula que agrupan a la mayor parte de empresarios medianos y pequeños del país, no es casual que López Obrador haya decidido buscar a los empresarios más grandes y fuertes del país para invitarlos a comer a Palacio Nacional, en busca de obtener un respaldo a su plan económico, duramente descalificado por los empresarios agrupados en el CCE y en la Coparmex.
Primero el lunes, el presidente convocó a los principales empresarios capitalinos: Carlos Slim, Alberto Bailleres, Antonio del Valle, Valentín Diez Morodo, Emilio Azcárraga y Alejandro Bailleres, quienes en una comida de más de tres horas escucharon la explicación del Presidente y aunque le dieron su respaldo, también le dijeron que debe contemplar apoyos fiscales necesarios para las empresas pequeñas y medianas.
Luego de conseguir ser arropado el lunes por los empresarios del “Grupo Ciudad de México”, el mandatario buscó al “Grupo Monterrey” o “Grupo de los 10”, donde están las 10 empresas más grandes de Nuevo León, que juntas producen también el equivalente al 10% del PIB Nacional.
Por la noche se difundió un comunicado oficial en el que dice que “los empresarios de Nuevo León le ofrecieron al primer mandatario su solidaridad, a pesar de tener diferentes puntos de vista acerca de cómo abordar la presente crisis sanitaria”.
Y si bien dijeron “respaldar la prioridad de apoyar a los pobres”, los líderes del sector privado neolonés argumentaron que proteger el empleo es complementario a ese propósito, por lo que se requiere una política pública enfocada a cero despidos y cero cierre de empresas para que la actual crisis sea transitoria. “Los empresarios no somos sus adversarios, por el contrario, somos un componente indispensable en la eventual recuperación económica de nuestro país”.
Es difícil que prosperen las rebeliones en las cúpulas empresariales, pero el rechazo de una parte de los empresarios medianos, combinados y azuzados con la grilla política de algunos gobernadores estatales es real, aunque también lo es que AMLO sigue manteniendo el apoyo y la confianza de los grandes empresarios del país.
Pero si no quiere que a su gobierno le pase lo que a Luis Echeverría y José López Portillo, que acabaron peleados y repudiados por los empresarios —uno por la muerte de empresarios, como el regiomontano Eugenio Garza Sada y el tapatío Fernando Aranguren, secuestrados y asesinados por la Liga 23 de Septiembre, y al otro por la histórica nacionalización de la banca— es momento de que AMLO demuestre si atenderá lo que le exponen los hombres del dinero, o si seguirá, como hasta ahora, convocándolos al Palacio solo para tomarse la foto y presumir su apoyo, sin tomarlos en cuenta en sus decisiones, mientras los empresarios tampoco se deciden a invertir porque su gobierno no les da certidumbre.