AMLO y su cruzada contra la Estatua de la Libertad
"AMLO y su cruzada contra la Estatua de la Libertad", escribe Salvador García Soto en #SerpientesyEscaleras
Como si se tratara de una mala broma o un acto de autosabotaje, el presidente Andrés Manuel López Obrador eligió el pasado 4 de julio, Día de la Independencia de Estados Unidos, para lanzar un comentario totalmente inapropiado e injerencista sobre la inminente extradición del periodista Julian Assange a Estados Unidos y su posible enjuiciamiento por delitos de “traición, filtración de documentos y espionaje” de los que lo acusa el gobierno norteamericano: “Si lo llevan a Estados Unidos y lo condenan a pena máxima y a morir en prisión, hay que empezar la campaña de que se desmonte la Estatua de la Libertad”.
El llamado del Presidente mexicano, en contra del máximo símbolo de las libertades y la democracia estadounidense, y que además pone en duda las razones del gobierno de Estados Unidos para solicitar la extradición y el enjuiciamiento del periodista de origen australiano que reveló documentos confidenciales y clasificados como de seguridad nacional para ese país, ocurrió justo una semana antes de que López Obrador arribe a la Casa Blanca para reunirse con el presidente Joe Biden.
Más allá de la defensa de Assange y de su labor periodística, si lo que AMLO dijo fue meditado, entonces estaríamos ante una muestra más del poco respeto y cortesía políticas que el mandatario de México le ha mostrado al presidente Biden, algo que se vuelve cada vez más notorio si se compara con el trato siempre cuidadoso y precavido que tuvo, y sigue teniendo, hacia el expresidente Donald Trump.
Además, si se tratara realmente de una defensa del periodismo libre, crítico y transgresor hacia el poder que representa Assange, López Obrador sería el gobernante menos indicado para defender la libertad del periodista y el derecho a la información y la transparencia. Doce periodistas asesinados en lo que va de este año y 60 en total en sus casi cuatro años de gobierno, no son precisamente un indicador que hable de un Presidente que valora y defienda la libertad de prensa. Si a la impunidad que priva en esos asesinatos se le suma el discurso presidencial en contra de la prensa crítica y la descalificación constante de periodistas, está claro que no es la transparencia ni el periodismo lo que defiende el Presidente mexicano.
Pretender que la transparencia y el respeto al periodismo y a la prensa crítica se debe aplicar sólo en Estados Unidos, pero no en México (“hágase la transparencia en los bueyes de mi compadre”) es algo tan burdo e insostenible que desnuda de cuerpo entero a López Obrador en su falsa defensa de Julian Assange. Ni él ni su gobierno se caracterizan por practicar esa transparencia y mucho menos por defender, respetar y garantizar el libre ejercicio de la prensa crítica. Esta es, con mucho, la administración más opaca, la que más información pública y del uso del presupuesto ha reservado por supuestas “razones de seguridad”, y la que más niega el acceso a la información a ciudadanos y periodistas.
Sería bueno entonces que el presidente López Obrador se quitara su falsa máscara de defensor de Assange y del “periodismo libre” que para muchos representa el australiano, y dijera con total claridad por qué le gusta menospreciar, provocar y hasta sabotear a un presidente como Joe Biden que, si bien defiende los intereses de su país como todos sus antecesores, dista mucho de ser el mandatario antimexicano, racista y violento contra los mexicanos que sí fue Donald Trump. Cada vez es más claro que el Presidente de México sigue apostando y jugando en las elecciones estadounidenses y que su corazón y su apuesta siguen estando con el peligroso y cuestionado trumpismo, que busca regresar al poder en 2024, pasando por las elecciones senatoriales de noviembre... Los dados repiten Serpiente. Caída Libre.