Chantaje

"Chantaje", Escribe Arturo Sarukhán en #ColaboraciónEspecial

Más de medio millón de migrantes y refugiados cruzaron en 2023 el Tapón de Darién entre Colombia y Panamá, camino a la frontera entre México y Estados Unidos. A eso hay que agregarle los que llegan directo a suelo mexicano o desde países centroamericanos, más el incremento notorio de connacionales buscando cruzar sin papeles registrado a partir de 2020 (cortesía de las políticas thatcheristas de López Obrador de cero recursos para mitigar los efectos sociales y económicos de la pandemia y la espiral de violencia en el país); en 2023, el mayor número de migrantes indocumentados detenidos en la frontera estadounidense fue de mexicanos, después de más de década y media de caída en ese flujo.

Y el problema se agrava porque hay que agregarle un proceso dual de chantaje diplomático y político-electoral en curso desde Palacio Nacional. El primero tiene que ver precisamente con tres de los regímenes responsables de buena parte de los flujos regionales a lo largo del último año y medio: Cuba, Venezuela y Nicaragua. Durante 2023, casi 250 mil cubanos, más de 2% de los 11 millones de habitantes de la isla, han buscado emigrar a EU, la mayoría de ellos vía territorio mexicano. Cuba tiene una larga historia de utilizar la migración como mecanismo de despresurización política y es muy factible que La Habana esté recurriendo a la misma táctica. Es el mismo caso con la debacle venezolana y los más de siete millones de venezolanos huyendo de su país. Venezolanos, cubanos y nicaragüenses representan más de un tercio de los detenidos a lo largo de la frontera con EU el mes pasado, un aumento de 175% con respecto a 2021. Amén de las circunstancias económicas y de autoritarismo, una hipótesis "sospechosista" podría argumentar que los regímenes de estos tres países -todos aliados rusos- de paso abonan a las presiones migratorias que enfrenta EU y el alcahueteo electoral Republicano del tema. Es el manual básico de operaciones ruso ante un país al que buscan dividir y polarizar y frente a un presidente -Biden- al que buscan debilitar. Por ello, es de llamar la atención que la semana pasada, en seguimiento a la presión de Washington para que México reiniciase lo acordado en octubre y ratificado en la reunión con Biden con respecto a vuelos de deportación de venezolanos de suelo mexicano y suspendidas por el INM en diciembre "por falta de recursos", López Obrador aventase un guante a la mesa. En su mañanera hizo un llamado a que EU apruebe un plan que suspenda el "bloqueo" a Cuba, remueva todas las sanciones a Venezuela y le otorgue el derecho a millones de hispanos que viven sin papeles a quedarse y trabajar legalmente.

Lo cual nos lleva al segundo frente de chantaje. Es patente que López Obrador está jugando a abrir y cerrar la llave de flujos migratorios a la frontera con EU. Esta vez lo demostró precisamente ese anuncio del INM y lo que llanamente no es más que el acarreo federal de migrantes al municipio de Juárez en Chihuahua. Y es que el Presidente sabe el palanqueo que tiene con Biden en virtud del papel central que la migración juega -y jugará- en los comicios estadounidenses. Por ello, está buscando elevarle la factura diplomática y obtener réditos políticos y electorales a cambio de la cooperación mexicana en este frente, con el objeto de garantizar que camino al 2 de junio, EU no se pronuncie con respecto a la elección de Estado en curso hoy en México. Incluso, dada su simpatía por Trump y su encono y resentimiento hacia los Demócratas (producto de su derrota electoral en 2006), no sería descabellado suponer que incluso está jugando (a pesar de estar metiéndole un gol a los intereses de México y a la agenda bilateral con EU, sobre todo ante el escenario de una victoria del GOP en noviembre) con los flujos migratorios para ayudarle electoralmente a Trump.