¿Y los criollos no envejecen…?

Suponer que Andrés Manuel López Obrador es “racista” es tan descabellado como imaginarlo capaz de levitar, volar o bailar “breakdance”.

Imposible descifrar, comprobar o certificar las intenciones, pero estoy seguro de que realmente quiere atemperar las carencias de los más pobres y está convencido de que son los “indígenas” quienes mayor apoyo del erario necesitan, lo que explica su decisión de otorgarles respaldo económico al cumplir 65 años, y no a los 68, cuando se les da a los viejitos “mestizos”.

“Si priorizar a indígenas es racista, que me apunten en la lista”, dice ufano y sonriente.

El problema formal es que el Presidente aplicó términos que se antojan “raciales” aunque, en estricto sentido, “indígena” es el “nativo” de un determinado lugar y existen diferencias “raciales” entre las distintas etnias. Un zapoteco, por ejemplo, las tiene con un aborigen de la Amazonia y éste con un cherokee, un rarámuri o un maya.

Por su parte, el mestizo desciende de dos grupos raciales marcadamente distintos, como la mayoría de los mexicanos que, dicho de manera simplificada, somos una mezcla de españoles con pobladores de las naciones “originarias” que conquistaron.

En el mismo terreno formal, sería interesante saber a qué edad se apoyará a los viejitos “criollos”, o sea los nacidos en México (el cura Hidalgo lo era) pero de ascendencia originaria o racial de otro país. Y estirando la liga, cabría preguntar si para López Obrador este grupo social no envejece, como tampoco los afromexicanos omitidos en la explicación de su política social.

Lo de fondo en todo esto es que ni por oriundez ni por raza o etnia es justo decidir a quién se le apoya económicamente o no, antes o después de cumplir una determinada edad.

Hay criollos, mestizos, indígenas y afromexicanos jodidos, medianamente jodidos o jodidos en extremo, y los hay en todos estos quienes las pueden y hasta viven con recursos de sobra.

Con fama de “muy rica” (impulsada sobre todo por el fascismo antiguo y moderno y asumida por los ignorantes), la comunidad judía en México tiene una instancia o comité de apoyo económico para miles de sus paisanos pobres y muy pobres.

En todo pero sobre todo en política social, es fácil generalizar pero sobre todo injusto. En los padrones de pobreza y pobreza extrema, “ni son todos los que están ni están todos los que son”.

Para saber quiénes requieren ayuda se debiera partir de lo esencial: apoyar no a grupos o sectores prejuzgados, sino a “mexicanos”, y la manera idónea de hacerlo es conociendo su realidad a partir de mediciones socioeconómicas precisas, a fin de que la dádiva llegue a quienes de verdad lo necesitan. Lo demás es puro rollo que de poco y nada sirve.

Si bien es cierto que hay necesidades extremas en las aproximadamente 60 etnias que hay en el país, los yaquis viven abismalmente mejor que los pocos lacandones que sobreviven, y algunos o muchos ancianos “nativos” en todo el país requieren menos que algunos o muchos, “mestizos, criollos, afromexicanos y saltapatrás…”

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