Los que no oyeron pero escucharon
"Los que no oyeron pero escucharon", escribe Carlos Marín en #ElAsaltoalaRazón
El supuesto levantón de Genaro García Luna por matones de Arturo Beltrán Leyva para ser regañado y refrendara una mutua complicidad es un embuste publicado en noviembre de 2008 en un medio anticalderonista por Ricardo Ravelo, basado en un escrito de inconformes con el entonces secretario federal de Seguridad, a quien descalificaban para encabezar un mando policiaco unificado.
La nota consignaba que, en una carta al “Congreso de la Unión” (el autor diría luego que “a la Comisión de Justicia de la Cámara de Diputados), el documento detalla:
El pasado 19 de octubre del año en curso (…) el actual secretario de Seguridad Pública Federal, Genaro García Luna y su escolta, integrada por aproximadamente 27 elementos, (…) en la carretera Cuernavaca a Tepoztlán fue interceptado o citado por alto capo de las drogas que se acompañaba de un indeterminado número de pistoleros o sicarios en aproximadamente 10 vehículos Suburban blindados, sin que la escolta del funcionario en mención hiciera nada por protegerlo, al parecer por una orden verbal de éste (García Luna). La misiva que hoy se encuentra en manos de los legisladores –y una copia de la cual fue entregada a Proceso– agrega que los miembros de la escolta de García Luna, por órdenes “del alto capo de las drogas”, fueron despojados de sus armas y permanecieron con los ojos vendados durante “aproximadamente cuatro horas”. Los agentes que conocieron el hecho y cuyos nombres se omiten por temor a represalias, sostienen en el documento que aquella voz “del alto capo” le dijo a García Luna: "Este es el primero y último aviso para que sepas que sí podemos llegar a ti si no cumples con lo pactado". Asegura el escrito que, después de esas palabras del capo, García Luna se retiró “abandonando a sus escoltas a su suerte, sin saber la dirección que tomó y lo que hizo durante esas cuatro largas horas, tiempo en que pudo entrevistarse en un lugar más cómodo y distinto al que fueron los supuestos hechos.
¿Cómo supieron entonces lo que le habría dicho Beltrán al superpolicía de tantos y tan inútiles “escoltas”?
Sobre este cuento para bobos, el respetado Jorge Fernández Menéndez, especializado como pocos en delincuencia organizada, publicó ayer en Excélsior:
Es, una vez más, inverosímil. Lo que sí sabemos que sucedió fue que los Beltrán Leyva secuestraron a un grupo (tres o cuatro, acoto yo) de custodios de García Luna mientras éste estaba visitando a su madre en Cuernavaca. Los custodios, entre ellos dos mujeres, fueron brutalmente golpeados por los sicarios. Nunca hubo constancia de que se secuestrara al secretario de Seguridad.(…). La guerra entre los Beltrán Leyva y el Cártel de Sinaloa era abierta. Dice Villarreal que después del secuestro de García Luna en 2008 y a pesar de que éste supuestamente trabajaba con los de Sinaloa, le seguían pagando millón y medio de dólares mensuales. ¿Quién le paga a un funcionario para que trabaje para su enemigo al tiempo que está asesinando a sus más cercanos colaboradores…?