La marcha de los insultados

"La marcha de los insultados", escribe Carlos Marín en #ElAsaltoalaRazón

A sus gobernados mayores de edad que marcharán este domingo contra su iniciativa de reforma y en defensa del INE, el presidente López Obrador los imagina: 

“Muy corruptos, muy rateros, achichincles, voceros despistados, aspiracionistas que buscan llegar a ser fifís -y desde luego los medios de información-; barberos, lambiscones, racistas, clasistas, hipócritas, neoliberales, cretinos, corruptazos, inmorales y ladinos…”.

No obstante, en sus arrebatos dijo algo imposible de creer:

“Me da gusto hasta la marcha…”.

Razonó así su inverosímil regocijo:

“Quiere decir que esto se está moviendo y que hay debate; y hay democracia porque existe pluralidad, y no todos pensamos de la misma manera. Y hay diferencias. Y ahora el pueblo es el protagonista principal”.

Sin revelar de dónde saca sus cuentas, aventuró:

“No son pocos. Yo calculo que en el país debe de haber con pensamiento conservador -desde luego unos más definidos, más duros- como 10 millones, pero hay como 20 millones. Estamos hablando de ciudadanos más susceptibles o simpatizantes, o sea, son como 30 millones. O sea, son bastantes, porque siempre ha habido, y además creció muchísimo el movimiento conservador…”.

¿Para qué serán “bastantes” los mexicanos que desprecia y que seguro no todos marcharán?

Si de cifras y no de argumentos se tratara, hay una intrigante coincidencia: la suya es la misma de los votos que en 2018 lo llevaron al poder de los poderes.

Retador, azuza para que la caminata en la capital llegue a la Plaza de la Constitución (se le respondió ya que arrancará en el Monumento a la Independencia y concluirá en el de la Revolución).

Con excepción de quienes han hecho de chambas en el cuatroteismo su modus vivendi o las tumultuarias y poco educadas masas clientelares de Morena requeridas de los “apoyos sociales” (a costa del destartalamiento de la seguridad pública, los servicios de salud o educativos y los derechos de la infancia y las mujeres), la preocupación por el INE es genuina en amplios sectores representativos de la sociedad y se desconocen los confiables que apoyen un INE a la medida de la 4T.

Entre las argucias esgrimidas para que se acepte la regresiva propuesta no falta el sobado “fraude” de 2006 que nadie pudo demostrar.

Ayer, al enterarse de que José Woldenberg, el histórico pionero de la ciudadanización de las elecciones, será orador único en el mitin, López Obrador lo echó al bote de los “intelectuales orgánicos” pero en 1997, precisamente con Woldenberg como consejero presidente del Instituto Federal de entonces, AMLO declamaba este elogio:

“El logro más importante es el de la autonomía del Consejo del IFE. La forma como se llegó a tener consejeros independientes fue una negociación política importante, no pudieron tener ellos (el Gobierno) el control, la mayoría en el Consejo. No sólo dejó el IFE de depender de Gobernación -se cortó el cordón umbilical-, sino que el órgano de dirección del IFE se formó tomando en consideración la opinión de los partidos de oposición…”.