A la Corte, las teclas del acordeón

"A la Corte, las teclas del acordeón", escribe Carlos Marín en #El AsaltoalaRazón

Los nueve candidatos a ministros de la Suprema Corte que aparecieron en los acordeones distribuidos por el oficialismo son los mismos que van ganando en los cómputos distritales del Instituto Nacional Electoral.

Entre los favorecidos están las tres lopezobradoristas en funciones Lenia Batres, Yasmín Esquivel y Loretta Ortiz, y los seis restantes fueron postulados (vaya “coincidencia”) por el Poder Ejecutivo.

De los nueve, el puntero es lo más cercano al “Benito Juárez” que la presidenta Sheinbaum dijo querer en el máximo tribunal: el oaxaqueño Hugo Aguilar Ortiz.

Las otras pretendientes al Pleno de la Corte son la exconsejera jurídica de López Obrador, María Estela Ruiz González, y Sara Irene Herrerías Guerra, de 2019 a la fecha Fiscal Especializada en Derechos Humanos de la actual FGR y con Peña Nieto, con cargo equivalente, avaló y ahora niega “la verdad histórica”. Los otros tres postulados por la Presidencia son el académico Giovanni Azael Figueroa Mejía; el morenista magistrado de la Sala Superior en el Tribunal de Justicia Administrativa de CdMx Irving Espinosa Betanzo, y Arístides Rodrigo Guerrero García (alias El Chicharrón en salsa verde que se dice igual de “preparado”).

El porcentaje de la votación reportado por el INE oscila entre 10 y 11% (no entre 12 y 13 como dijo Guadalupe Taddei el domingo). 

Sin embargo, tan rotundo fracaso es un “éxito” para la presidenta Sheinbaum, pese a que diez mil millones de pesos se fueron a la basura: menos electores que los 17 millones para la estulta “revocación” de mandato con AMLO (que más fue de ratificación) y poco más de los siete millones para “el enjuiciamiento” de los expresidentes.

El único “éxito” que el régimen puede celebrar es la efectividad de su inducción del voto por sus candidatos en los acordeones.

Lo cierto es que el ridículo 10-11% de votación alcanzado el domingo corresponde a una típica “Elección de Estado”, en que las viejas prácticas y la novedosa porquería de los acordeones fueron puestas en marcha.

Con la nefasta elección perjudicial, este 1 de junio terminó de ejecutarse el asesinato de la Democracia y de la República, ideado y desencadenado por López Obrador. Sus actos preparatorios, los de ejecución y consumación, han sido perpetrados en “el segundo piso” de la deformación de la vida nacional. 

A propósito de este deplorable quebranto a México aplica lo que la Vulgata Latina del Evangelio de Juan dice de las últimas palabras de Cristo en la cruz: Consummātum est: Se acabó todo, todo está cumplido, todo se ha consumado, todo se ha terminado”.

Con ánimos renovados, los mapaches cuatroteros, pusieron en marcha las viejas mañas para asegurar a sus juzgadores garantistas de sus intereses y su perpetuidad en el poder con la cargada y el acarreo pero, ante la confusa elección e ininteligibles boletas, aprovecharon armar a la tropa obnubilada con los novedosos, efectivos y venenosos acordeones…

Carlos Marín

cmarin@milenio.com