#RelatosDeLaFrontera | Hermosillo se amotina y triunfa la revolución maderista
Por Ismael Valencia Ortega / Doctor en Historia por la Universidad de Sonora
Con la caída de Juárez y Agua Prieta, así como la renuncia de Díaz y Madero, lo único que quedaba por hacer para Luis Emeterio Torres, Alberto Cubillas y Francisco Aguilar, era huir con el mayor sigilo posible. Ya otros lo habían hecho, y la cohesión del mando federal se había perdido, pero también la social, quienes ahora tendrían que buscar nuevo
La población hermosillense que hasta ese momento había permanecido a la expectativa, aunque con algunas detenciones de ciudadanos que se animaron a mostrar sus simpatías por el maderismo.
Esa tensión finalmente explotó la tarde del domingo 28 de mayo, la muchedumbre se trasladadó a la estación del ferrocarril a la espera del arribo de Eugenio Gayou, quien había sido nombrado Gobernador interino. Al no llegar, la población se lanzó a las calles haciendo explosión los rencores acumulados.
Como sucede con todas las explosiones populares, se volcaron contra todos los símbolos del régimen que se derrumbaba, tirando con barretas las placas del parque Ramón Corral, de lo que hoy es el parque Madero, tomaron el rumbo de la calle don Luis, hoy Serdán, atacando casas de personajes relevantes, vaciando las tiendas y comercios propiedad de chinos.
Las amenazas
Familias como los Monteverde se refugiaron donde no los encontraran, porque contra ellos iban dirigidas las amenazas de las manifestaciones, al igual que contra los periodistas del sistema, como Espergencio Montijo, Brígido Caro y Pedro N. Ulloa.
Mientras la mayor parte de las viejas familias temerosas se refugiaron en sus casas, José y Ernesto Camou se dieron a la tarea de recorrer la ciudad siguiendo la multitud hasta Palacio de Gobierno. Ambos se regocijaban de loas prodigadas a sus personas. Allí el gobernador provisional Avelino Espinoza intentaba evitar que el edificio fuese asaltado y destruido.
En ese ambiente de linchamiento contra los hombres del poder había que resolver el amenazador avance de los rebeldes que avanzan de Ures a Hermosillo y hacen un alto en las inmediaciones del molino San Isidro, ya conocido entonces como Molino de Camou.
Los rebeldes habían exigido un pago de 20 mil pesos a los miembros de la Cámara de Comercio, los que se negaron a entregar, comunicándose directamente con Madero a fin de que se pusiera orden a lo que amenazaba con un ataque a la ciudad.
Los rebeldes
Con esa decisión y el comunicado de Madero en sus manos, toman camino al molino para entrevistarse con las tropas rebeldes señalándoles que habían sido habilitados por la junta central maderista para llegar al acuerdo de que las tropas rebeldes se regresarían a Ures y las fuerzas rurales a Hermosillo.
Para el día 30 de mayo se intentó una nueva manifestación popular, que de nueva cuenta una carga de caballería de los rurales disolvió a machetazos.
Avelino Espinoza se ve obligado a renunciar a favor de Francisco de Paula Morales, prominente familia de Ures, hacendados y comerciantes, emparentados con Juan Pedro Camou Bascou, a través del comerciante Arturo Morales.
Es decir, la negociación de José y Ernesto les estaban dando un regreso transitorio al poder político, que terminó de cerrar su círculo con la llegada de Maytorena a la gubernatura y José a la presidencia municipal de Hermosillo. El peligro aparentemente había pasado y la paz y los negocios tomaban su curso normal.
Días previos, José había mandado traer de Nueva York abanicos, como una forma de mitigar el intenso calor del verano que se acercaba. Lo cierto que la temperatura de las rebeliones sociales subió hasta conflagrar la vida, misma que ya nunca se viviría igual.
Ismael Valencia Ortega / Doctor en Historia por la Universidad de Sonora