Verano (Parte I)
El autor es Profesor-Investigador responsable de la Maestría en Ingeniería en Internet de las Cosas e Inteligencia Artificial del Dpto. de Ingeniería Industrial de la Universidad de Sonora.
Corría el verano de 1988, acababa de salir de vacaciones de la prepa y entré a trabajar como auxiliar general en el Departamento de Sistemas de una empresa minera. Entre otras cosas que ahí aprendí es que había minicomputadoras y microcomputadoras, que a pesar de que las etiquetas sugerían aparatos pequeños, la primera tenía toda una habitación acondicionada para ella sola y una sala de terminales para interactuar con ella, mientras que la segunda no era más que lo que conocemos como computadoras personales de escritorio.
Entre 12 y dos de la tarde me iba con las y los ingenieros al comedor, donde platicaban sobre su día a día, sus aspiraciones y sus aventuras. En una de esas reuniones, uno de ellos presumía haber vacacionado recientemente en Los Cabos, Baja California Sur, donde todo mundo hablaba inglés y había una televisión gigante en el bar del hotel que desplegaba la traducción automática al pie de la imagen de lo que se platicaba en otro idioma en la transmisión: una televisión con Inteligencia Artificial que interpretaba los diálogos hablados y los escribía.
Nada más alejado de la realidad, en aquel entonces se estaba viviendo la segunda etapa del Invierno de la Inteligencia Artificial y casi todos los proyectos relevantes habían sufrido recortes a su presupuesto, con algunas excepciones como las computadoras de quinta generación, iniciativa del Gobierno japonés lanzada al principio de la década de los 80’s, que prometía varios productos como reconocimiento de imágenes, reconocimiento de voz, traducción automática y la capacidad de computadoras de charlar con humanos.
Desafortunadamente el proyecto japonés no fue fructífero y en 1993 se canceló, pero algunas de sus metas apenas fueron alcanzadas más de 10 años después por diferentes equipos de investigación.
Muchas de las tecnologías basadas en Inteligencia Artificial que disfrutamos en el año 2020 son producto de visiones de hace más de 50 años. Hoy, con la pandemia, nos hemos adaptado a realizar la Enseñanza a Distancia: una profesora o un maestro imparte clase a grupos de 30 o 40 jóvenes frente a una videocámara, utilizando documentos digitales y exámenes en línea.
La compresión del video para poder realizar en tiempo real la videoconferencia entre un docente y tantos alumnos no se puede explicar sin algoritmos de Visión por Computadora e Inteligencia Artificial, los cuales se han desarrollado en los últimos 25 años, pero la idea de realizar clases en línea podemos encontrarla tan lejos como 1951, en la corta historieta de Isaac Asimov, “¡Cómo se divertían!” donde relata la vida de una niña en el futuro que “asiste” a la escuela por medio de una computadora desde su casa. Una idea vanguardista, pues las únicas computadoras existentes en esa época ocupaban edificios enteros en instalaciones militares.