Una verdadera Cat-ástrofe
El autor es crítico de cine.
Pocos nombres son tan admirados y respetados en la industria musical como Andrew Lloyd Webber. Uno de los pocos compositores EGOT (ganadores de los premios Emmy, Grammy, Oscar y Tony) en la historia, ha creado de las obras más icónicas de Broadway, desde El Fantasma de la Ópera, Jesucristo Súper Estrella, hasta la joya de su corona: Cats.
La historia sobre la noche donde un montón de gatos callejeros buscan conseguir una nueva vida se ha mantenido en escena por más de 38 años, la producción se convirtió en el primer fenómeno teatral de la historia, con más de 3.5 mil millones de dólares recaudados en taquilla, fue la primera obra en vender mercancía y se ha presentado en más de 30 países y 15 idiomas.
Por ello, cuando el galardonado director Tom Hooper, responsable de El Discurso del Rey y la versión fílmica de Los Miserables, anunció que su próximo proyecto sería una adaptación cinematográfica del peludo musical con un gran presupuesto, lo último en efectos especiales y un elenco lleno de estrellas del calibre de Jennifer Hudson, Ian McKellen, Idris Elba, Judi Dench, Taylor Swift, entre muchos más; lo lógico fue asumir que el filme sería uno de los fuertes contendientes al Óscar de 2020.
Pero el mundo no estaba preparado para la aterradora verdad. Ese fatídico 18 de julio de 2019, un día que no será olvidado por el Internet: El día… que el tráiler de Cats fue estrenado. Y entre los millones de ‘dislikes’ y gritos de horror, había una constante pregunta: ¿Por qué?
¿Por qué los personajes tenían que ser híbridos de humanos y gatos? ¿Por qué todo su cuerpo esta cubierto en pelo excepto sus pies y manos? ¿Por qué las caras humanas tienen tanto detalle? ¿Por qué el gato Idris Elba tiene barba de tres días sobre su pelaje? ¿Por qué la explícita anatomía humana? ¿Por qué el gato Jennifer Hudson tiene un hilo de moco constante todo el tiempo? Simplemente… ¿por qué?
Pero quedaba la esperanza de que quizás la película fuera mejor y el tráiler fuese solamente el producto de mala mercadotecnia. Pero no. Quizás no pudimos haber tenido una mejor representación de la locura y terror que es Cats que ese primer avance. La película se desenvuelve lentamente, adentrando al espectador en una ola tras otra de malas decisiones realizadas por un director vuelto loco por su poder e influencia, ejecutivos que pensaron que la nostalgia por un musical de casi 40 años sería lo suficiente para justificar un presupuesto de $100 millones de dólares y la aterradora creación de un sobreexplotado equipo de artistas digitales trayendo la visión de un demente a la realidad. Y es, sin duda alguna, una de las cosas más divertidas que nos otorgó el séptimo arte este 2019.
Por todas las razones incorrectas, Cats es hipnótica. Es imposible dejar de verla porque es casi como presenciar el choque de un tren lleno de brillantina y dinamita. Quizás es la respuesta moderna al clásico de culto El Show de Horror de Rocky, el cual invita al público a rendirse a su absoluta demencia y presenciar lo que sólo puede ser descrito como el mejor peor musical jamás puesto en pantalla. Una obra de arte del fracaso hecha como sólo un gato jélico podría.
El autor es crítico de cine.
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